lunes, 25 de octubre de 2010

La fábula de Cupido y Psiqué

A continuación, la fábula extraída de la obra de Apuleyo “El asno de oro”, que a mi parecer, y sin tener mucha idea de mitología, es impresionante de bonita y digna de conocer. Es un cuento folclórico, que tomó prestado el nombre de fábula pero porque antiguamente se llamaban  así a los cuentos folclóricos o de tradición cultural.


Había una vez, un rey, padre de tres hijas espléndidas. La más joven, Psiqué, era mucho más hermosa que sus dos hermanas y al lado de ellas parecía una diosa entre simples mortales. La fama de su hermosura se extendió por toda la tierra y de todas partes los hombres se ponían en camino para admirarla con rendida adoración y prestarle pleitesía, como si de una inmortal se tratara. Se llegó a decir incluso que la misma Venus no podía rivalizar con ella. Y cuantos más y más se presentaban ante ella, menos se acordaban de Venus. Los templos de la diosa estaban abandonados, sus altares cubiertos de frías cenizas y las ciudades consagradas a la diosa se convertían en ruinas. Todos los honores reservados hasta entonces se le tributaban a una simple muchacha, destinada a morir en día no lejano.

La diosa no podía aceptar semejante situación, y como siempre que se encontraba en apuros, requirió ayuda de su hijo, que unos llaman Cupido y otros Amor, y contra cuyas flechas no existe protección en el cielo ni en la tierra. Le contó sus cuitas, y, como siempre, se prestó a obedecer sus órdenes. "Usa tu poder - le dijo ella - y haz que esta pequeña desvergonzada se enamore locamente de la más vil y despreciable criatura que haya en el mundo". Él lo habría hecho ciertamente si Venus, olvidando en el furor de sus celos que aquella belleza podría ilusionar al mismo dios del Amor, no le hubiera mostrado antes a Psiqué. Cuando la hubo visto, el mismo Cupido se sintió con el corazón traspasado por una de sus flechas. Nada dijo a su madre; la verdad es que no tenía fuerzas para proferir una sola palabra y Venus se marchó convencida de que la suerte de Psiqué estaba echada.

Las cosas, sin embargo, ocurrieron de distinta manera a como ella creía. Psiqué no pensó nunca enamorarse de un malvado; en efecto, no se enamoró de nadie y, más extraño todavía, nadie se enamoró de ella. Los hombres seguían satisfechos en su contemplación, admirándola, adorándola, después pasaban de largo y desposaban a otra. Sus dos hermanas, aun siendo infinitamente menos seductoras, habían celebrado dos espléndidas bodas, cada una con un rey. Psiqué, la mas hermosa, triste y solitaria, admirada siempre, pero jamás amada. Le parecía que ningún hombre la querría por esposa y ello causaba gran inquietud a sus progenitores. Su padre intentó hallar a través del oráculo de Delfos un buen marido para Psiqué. El dios consintió en responder, pero su profecía fue terrible. Apolo decretó que Psiqué, vestida con negros crespones, debía ser llevada a la cumbre de una colina y permanecer allí sola; el marido que le sería destinado, una serpiente alada, terrible y más poderosa que los mismos dioses, llegaría hasta ella y la haría su esposa...

No se puede imaginar el desespero que se apoderó de aquellos a quienes el padre de Psiqué contó tan triste noticia. Se preparó a la joven como para sus funerales, y con más lamentos que si se tratara de conducirla a la tumba la llevaron a la colina. Solo Psiqué permanecía animosa y decidida. "Mas que llorar por mi -les dijo- debéis hacerlo por esta belleza que me ha granjeado la envidia del cielo. Marchad ahora, y sabed que deseo que pronto llegue el final". Desesperados partieron todos, abandonando a su destino a la radiante y desventurada muchacha y se encerraron en su palacio para llorar por ella el resto de sus días.

Sobre la colina, y en medio de la oscuridad, Psiqué permaneció sentada a la espera. Mientras temblaba y lloraba, en la calmada noche llegó hasta ella una ligera brisa, el dulce viento de Céfiro, el más suave de los vientos. Sintió que se elevaba. Se deslizó de pies por el aire sobre la colina rocosa hasta una pradera mullida como un lecho y perfumada por las flores. El hizo lo posible para que olvidara sus penas y la durmió. Despertó después a orillas de un claro arroyo a cuya vera se elevaba un castillo imponente y magnífico. Parecía destinado a un dios, con sus columnas de oro, muros de plata y suelos incrustados de piedras preciosas. Reinaba un silencio absoluto. Su interior parecía desierto y Psiqué se acercó cautelosa y atemorizada a la vista de tanto esplendor. Permaneció recelosa en el umbral cuando percibió unos ruidos; no veía a nadie, pero oía las palabras con claridad: "La casa es para ti -le decían-. Entra sin miedo y báñate, refréscate; en seguida se pondrá en tu honor la mesa del banquete".

Nunca había tomado un baño tan delicioso ni probado platos tan agradables. Mientras comía, escuchó a su alrededor una dulce música, como un arpa que acompañaba a un numeroso coro. La oía pero tampoco la veía. Todo el día estuvo sola, acompañada únicamente por las voces que escuchaba. Pero sin podérselo explicar presentía que su marido vendría al caer la noche. Y así fue. Cuando le sintió cerca de sí y escuchó su voz que murmuraba dulcemente a su oído, desaparecieron sus temores. Sin verle siquiera, estaba cierta que no era un monstruo ni tenía forma espantosa, sino que era el amante esposo que tanto tiempo había deseado.

Aunque esta presencia mediatizada no podía satisfacerla plenamente, sin embargo se encontraba feliz y el tiempo transcurría rápido para ella. Pero una noche, su querido e invisible esposo le habló muy seriamente y le advirtió que un gran peligro le amenazaba bajo la forma de sus dos hermanas. "Vuelven a la colina de donde has desaparecido para llorar por ti -le dijo-. Pero no es conveniente que te descubran. Si lo hacen me causarás una pena inmensa y te destruirás a ti misma". Prometió no dejarse ver y pasó todo el día siguiente llorando, pensando en sus hermanas y en la prohibición que tenía de no consolarlas. Pero lloró todavía más cuando volvió su marido y ni siquiera las caricias que él le prodigó pudieron secar sus lágrimas. Al fin, con gran disgusto, él cedió: "Haz lo que quieras -dijo- pero, te lo repito, estas buscando tu ruina, tu propia destrucción". Después, solemnemente, le explicó que no se dejara persuadir por nadie para que intentara verle, pues quedaría separada de él para siempre. Psiqué obedeció entre protestas, pues prefería morir cien veces que vivir sin el. "Pero otórgame la alegría de ver a mis hermanas" le suplicó ella. Tristemente, él se lo concedió.

Al día siguiente, llevadas por Cefiro, las dos hermanas descendieron de la montaña. Alegre, con el corazón palpitante de emoción, Psiqué las esperaba; su alegría era muy grande. Transcurrió largo rato antes de que las tres lograran hablarse; su alegría era muy grande y solo pudieron expresarse en suspiros. Por fin entraron en el palacio y las dos hermanas mayores revolvieron todos los magníficos tesoros. En un opulento festín escucharon maravillosa música. Y la envidia, la amarga envida y una curiosidad devoradora se apoderaron de ellas. ¿quién era el dueño de tal magnificencia? ¿quién era el esposo de su hermana? Querían saberlo pero Psiqué, que mantenía su palabra, solo les dijo que su marido era un hombre joven que estaba participando en una cacería. Después, les llenó las manos de oro y joyas y pidió a Cefiro que las devolviera a la colina. Dejaron a Psiqué, pero el fuego de los celos quemaba sus corazones. Comparadas con Psiqué, las riquezas propias y su felicidad les parecían nada, y su envidiosa cólera creció tanto en ellas que llegaron a tramar juntas la perdición de su hermana.

Aquella noche, el esposo de Psiqué le advirtió una vez más que no volviera a ver a sus hermanas. Pero ella replicó que no podía dejar de verlas. ¿Tenía que prohibirle ver a sus hermanas a quienes tanto amaba? El cedió de nuevo y en seguida las dos ruines hermanas llegaron. Traían planes muy concretos. Las palabras vacilantes de su hermana y sus contradictorias respuestas, cuando le pidieron que describiera a su marido, avivaron su curiosidad. Estaban convencidas de que, no solo Psiqué no lo había visto todavía, sino que incluso ignoraba su identidad. No le expusieron sus sospechas, pero le reprocharon por disimular tan triste situación a sus hermanas. Ellas lo habían comprendido, le dijeron, y estaban seguras de que su marido no era un hombre, sino mas bien la horrenda serpiente profetizada por el oráculo de Apolo. El de momento se mostraba dulce, pero llegaría una noche en que se arrojaría sobre ella para devorarla.

Psiqué, consternada, sentía que el terror invadía su corazón e iba matando poco a poco su amor. Muchas veces se preguntaba por qué él no le permitía verle, y sospechaba que debía tener para ello alguna poderosa razón, ¿Qué sabía de él en realidad? Si no era tan horrible, ¿por qué tenía la crueldad de ocultarse a su vista? Triste, temblorosa y balbuceante, dio a entender a sus hermanas que no podía negar lo que le decían, pues hasta aquel momento su marido no la había poseído sino en la mas profunda oscuridad. "Debe ocultar algo horrible para que tema tanto la luz del día" dijo ella sollozando, y les pidió consejo.

Ellas lo tenían ya todo previsto, pues lo prepararon con antelación. Psiqué debía ocultar un cuchillo bien afilado y una lámpara al lado de su lecho. Cuando su marido estuviera profundamente dormido, ella se levantaría, encendería la lámpara y empuñando el cuchillo, lo clavaría en la figura horrible que la luz le descubriera.

La dejaron abrumada por la duda y fuera de si, sin saber qué partido tomar. Ella le amaba y él era su amante esposo... Durante todo el día sus pensamientos luchaban dentro de ella. Cuando llegó la noche, había abandonado la lucha. Estaba decidida a matarlo...

Cuando él se durmió apaciblemente, ella se revistió de valor y encendió la lámpara. Caminando sobre las puntas de los pies se acercó al lecho y, elevando la luz, contempló lo que tenía ante sus ojos. ¡Oh, su corazón sintió un profundo alivio y el más sublimado éxtasis! La luz no le hizo ver un monstruo, sino la más bella de las criaturas. Invadida por la vergüenza de su locura y por su poca confianza, Psiqué se hincó de rodillas y si el cuchillo no hubiera caído de sus manos temblorosas lo habría clavado en el propio pecho. Pero mientras se hallaba reclinada sobre él, contemplando tan gran belleza, una gota de aceite cayó de la lámpara en la espalda de aquel bello joven. Se despertó sobresaltado, vio la luz y comprendió la desconfianza de Psiqué, y sin pronunciar palabra se marchó.


Hasta aquí, entre otras enseñanzas, este cuento nos enseña la dificultad de compaginar o combinar la razón (representada por Psiqué) y el amor y pasión (representada por Cupido)

Psique corrió tras él. No podía verle, pero oía su voz que le hablaba. Le dio a conocer su nombre y con tristeza le dijo adiós: "El Amor no puede vivir sin confianza" y con esas últimas palabras la abandonó. "El dios del amor" pensó ella "era mi esposo, y yo, miserable, no tuve fe en su palabra. ¿Se ha marchado para siempre?. De todas maneras -pensó ella llena de coraje- puedo pasar el resto de mi vida buscándolo. Si él no quiere ya amarme, yo sabré demostrarle mi amor". Y se puso en camino sin rumbo fijo; solo sabía una cosa: que jamás renunciaría a volverle a encontrar.

Entretanto, él fue a reunirse con su madre para pedirle que curara su herida, pero cuando Venus supo su historia y comprendió lo que Psiqué había pretendido, llena de cólera le dejó solo con su tristeza. Marchó en busca de la muchacha por cuya causa había sentido celos mortales. Venus estaba decidida a demostrar a Psiqué lo que cuesta escapar de la ira de una diosa.

La pobre Psiqué, en su desolado vagabundear, intentaba reconciliarse con los dioses. Les dirigía continuas y ardientes suplicas, pero ninguno de ellos quería granjearse la enemistad de Venus. Psiqué comprendió al fin que los dioses no le ofrecían esperanza alguna y tomó una rápida decisión. Se dirigiría a Venus, se ofrecería a servirla e intentaría apaciguar su cólera. "Y quién sabe -se dijo- quién sabe si él no estará en casa de su madre". Y se puso en camino para encontrar a la diosa, quien a su vez andaba buscándola.

Entretanto, Psiqué no sólo se tenía que preocupar de volverse a reunir con su marido y de ella misma, pues los primeros indicios de estar embarazada ya veían la luz.

Cuando las dos se encontraron, Venus se echó a reír y le dijo con desprecio si buscaba un marido, el que había tenido y que rehusaba verla después que escapó de la muerte a causa de las quemaduras que ella le causara. "Pero en verdad -dijo la diosa- eres tan descarada y te preocupas tan poco de tu aspecto que jamás encontraras un enamorado. Para darte pruebas de mi buena voluntad voy a enseñarte cómo hacerlo". Pidió gran cantidad de semillas de las más pequeñas, trigo, amapolas, mijo y otras, y las mezcló en un solo montón. "Por tu propio interés, procura que todas estén separadas para esta tarde" dijo la diosa. Y tras estas palabras se fue.

Psiqué quedo sola y, sentada, contempló el montón de semillas. No cabía en su cabeza la crueldad de esta orden que la desorientaba. Además, le parecía inútil ponerse a realizar un trabajo de tan difícil ejecución. Pero ella, que jamás despertó compasión de nadie en el mundo de los mortales ni de los inmortales, en esta penosa situación suscitó la piedad de las más pequeñas de las criaturas, las hormigas. "Venid, compadeceos de esta pobre criatura, ayudémosla pronto" se decían unas a otras. Todas respondieron a este llamamiento; vinieron en masa y trabajaron afanosamente separando y amontonando, y lo que fue un montón informe se convirtió en una serie de montoncillos bien ordenados, compuestos cada uno por una variedad de semilla. Así lo encontró Venus a su regreso, y al verlo se puso furiosa. "Aun no has terminado tu trabajo", le dijo. dio un mendrugo de pan a Psiqué y le ordenó dormir en el suelo, mientras ella se tendía en su lecho blando y perfumado.

Si la podía obligar por largo tiempo a un trabajo duro y penoso, e incluso hacerle pasar hambre, la belleza odiosa de esta muchacha no lo podría resistir. Entretanto, impediría que su hijo abandonara la habitación donde todavía se encontraba, sufriendo a causa de su herida. Venus se sentía satisfecha por el cariz que tomaban los acontecimientos

A la mañana siguiente se le ocurrió un nuevo trabajo para Psiqué, una faena peligrosa. "Abajo, en la orilla del río, donde crecen unos espesos zarzales, se encuentran corderos que tienen el vellocino de oro. Ve y tráeme un poco de su brillante lana". Cuando la joven, extenuada, llegó junto a la corriente de agua, intentó lanzarse en ella y terminar así sus penas. Pero al inclinarse oyó una débil voz que parecía salir del suelo. Bajó los ojos y notó que la voz provenía del rosal. Le decían que no debía ahogarse, pues las cosas no se le presentaban mal. Los corderos estaban muy nerviosos y alborotados, pero si Psiqué esperaba un momento en que por la tarde salían de sus rediles para descansar y abrevar a la orilla del riachuelo, solo tendría que entrar en los corrales y recoger los copos de lana enganchados en las zarzas.

Así habló el dulce y gentil rosal, y Psiqué siguiendo su consejo recogió gran cantidad de hilos de oro para su cruel dueña. Venus la recibió con helada sonrisa. "Alguien te ha ayudado -le increpó bruscamente- tu sola no lo habrías podido realizar. Te voy a dar otra ocasión de probar que tienes el corazón tan decidido como aparentas. ¿Ves aquella agua tan negra que desciende de la colina? Es el nacimiento del río terrible y aborrecido, el Estige. Allí llevan a los difuntos para borrar sus recuerdos y pasar al reino de los muertos. Llena este frasco". Era la prueba más dura que le habían impuesto. Psiqué se dio cuenta al llegar a la cascada. Las rocas que la rodeaban eran escarpadas y deslizantes; el agua se precipitaba por lugares tan abruptos que solo una criatura alada podía aproximarse. Y efectivamente, un águila la ayudó. Planeaba con sus enormes alas por los alrededores cuando vio a Psiqué y se compadeció de ella. Con su pico le arrebató el frasco de sus manos, lo llenó de agua negra y se lo devolvió.

Pero Venus se dio cuenta. Todo lo que ocurría la incitaba a pruebas más difíciles. Dio una caja a Psiqué con la consigna de llevarla al hades y rogar a Perséfone, reina del mundo subterráneo, que metiera en ella un poco de su belleza. Psiqué debía insistir sin desmayos y hacer comprender a Perséfone que Venus padecía necesidad urgente, pues estaba ajada y agotada de atender a su hijo enfermo. Obediente como siempre, Psiqué se fue a buscar el camino que conducía al Hades. Cuando pasaba ante una torre, ésta se ofreció a guiarla y le señaló el rumbo que la llevaría al palacio de Perséfone: debía pasar primero por un gran agujero que había en tierra y después por el río de la muerte donde debía entregar una moneda al barquero Caronte para que la transportara a la otra orilla. Allí el camino descendía recto al palacio. Cancerbero, el perro de tres cabezas, guardaba las puertas, pero si ella le ofrecía un dulce se amansaría y le permitiría entrar.

Todo ocurrió como la torre anunció. Perséfone no deseaba más que servir a Venus; Psiqué, muy animada, tomó la caja y volvió más rápida que había ido.

Llevada por la curiosidad, y más todavía por su vanidad, quiso ver el encanto que la caja contenía y, a poder ser, usar un poco en ella misma. Al igual que Venus, sabía que su belleza estaba resentida por los sufrimientos y no le abandonaba un instante la idea de recobrar a Cupido. ¡Ojala otra vez pudiera volverse mas bella para él! Incapaz de resistir la tentación, abrió la caja y con gran desencanto no encontró nada; estaba vacía. Entonces un decaimiento mortal se apoderó de ella y cayó en un profundo sueño.

En este crítico momento intervino el dios del Amor. La herida de Cupido ya había curado y deseaba ardientemente encontrar de nuevo a Psiqué. Es difícil contener el amor. Venus había cerrado las puertas, pero quedaban las ventanas. Nada más fácil para Cupido que escapar por una de ellas y buscar a su esposa. En un momento arrancó el sueño de los ojos de Psiqué y lo encerró en la caja. Después despertó a su mujer con un beso. La riñó un poco por su curiosidad, le dijo que llevara a su madre la caja de Perséfone y le aseguró que todo en adelante tendría un feliz desenlace.

Mientras Psiqué se apresuraba a obedecer, el dios del Amor se marchó al Olimpo. Quería asegurarse de que Venus no le pondría más dificultades y planteó el caso ante Júpiter. El padre de los dioses y de los hombres consintió enseguida en todo lo que Cupido le pedía. Convocó a los dioses y les anunció (a Venus y a los demás) que Cupido y Psiqué estaban oficialmente casados y propuso conceder la inmortalidad a la esposa. Mercurio elevó a Psiqué hasta el cielo y la depositó en el palacio de los dioses. El mismo Júpiter le hizo gustar la ambrosía que le otorgaba la inmortalidad. Esto, naturalmente, cambiaba la situación. Venus no podía ya censurar a la diosa que había llegado a ser su bella nuera. Se imponía una alianza y así pensó que Psiqué, viviendo en el cielo con su marido, le faltaría tiempo para bajar a la tierra, acaparar la atención de los hombres e inmiscuirse en su culto.

Al poco tiempo, de estar nuevamente juntos, Psiqué dio a luz a un niño y una niña, cuyos nombres fueron Placer y Delicia. Todo terminó felizmente. El Amor y el Alma se buscaron y tras duras pruebas se encontraron. Y esta unión no debía romperse jamás.

Esta segunda parte de la fábula de Cupido y Psiqué, nos enseña que cuando encuentras el amor verdadero, es posible combinar la razón y la pasión, y que cuando se consigue equilibrar ambos elementos se consigue el placer y la delicia.


sábado, 16 de octubre de 2010

Puesta en común del trabajo grupal del Bloque I:


Puesta realizada en clase de Literatura Infantil en los días 4, 8 y 15 de octubre de 2010.

Antes de nada, decir que lo que a continuación aparece en color rosa se corresponde a lo que en un principio pensábamos mis compañeras y yo sobre los siguientes conceptos:

  • Literatura:
Disciplina que estudia o trabaja los diferentes textos que se han dado a lo largo de la historia, ya sean del tipo narrativo, literario, poético…

No íbamos muy desencaminadas, a excepción de que los textos podían ser narrativos, literarios, poéticos... En realidad, podemos definir a la literatura como la disciplina o arte que estudia o trabaja los textos literarios frente a otros tipos de textos. Además, se puede llamar literatura al conjunto de obras (corpus) del mismo autor, misma época, mismo país...

            Como por ejemplo: la Literatura Española, o la Literatura Germánica.

Puede ser oral o escrita. Lo importante para que un texto sea literario es que éste tenga intencionalidad artística, es decir, que cuya intención sea crear arte y no que el autor se haga famoso o que gane mucho dinero, eso sería subliteratura. La subliteratura, también llamada literatura de género o best seller tiene como objetivo llegar y gustar a la gente, así como, que su autor obtenga lucro y prestigio a través de su obra.

Otra cosa sería escribir una obra y que llegara y gustara a la gente y así ganar mucho dinero. Digamos que eso es lo secundario, lo primordial para que sea literatura es que tenga intencionalidad artística.

Y es que, no es lo mismo hacer un cuadro porque te gusta pintar que por venderlo y así lucrarte.

Además, para que sea literario, un texto tiene que ser obligatoriamente de ficción (algo inventado por el autor pero que puede ser real), lo cual no significa que tenga que ser fantasía (sobre pasa o antónimo de realismo), ya que éste se puede basar en la realidad.

Al hablar de literatura y subliteratura, también podemos hablar de la paraliteratura. Pertenecen a la paraliteratura textos muy afines a la literatura pero que tienen por intención remover conciencias, escribir bien, dar alguna información, etc. Esto no es ficción, por lo tanto, no es paraliteratura.

Esto no significa que la subliteratura o la paraliteratura estén por debajo de la literatura, ni que sus lectores sean mejores o peores, al igual que no podemos decir que tengan mejor o peor gusto aquellas personas que prefieren el oro, la plata o la bisutería, simplemente, son géneros y gustos diferentes.

En definitiva, podríamos definir a la literatura como el arte de utilizar la palabra para crear textos (orales y/o escritos) y que se caracteriza por que por parte del autor existe intencionalidad artística, lo cual no significa que el texto tenga que ser bonito. Prueba de ello están las obras literarias de Camilo José Cela.

Además, son textos de ficción que pueden o no basarse en hechos reales.

            Por ejemplo, la obra “El niño con el pijama de rayas” escrita por John Boyne y llevada a la      gran pantalla, está basada en hechos reales, pero los diálogos, así como los personajes, que            se dan en ella no son los reales, sino que el autor se los inventa basándose en lo real.

  • Literatura infantil:
En un principio, mis compañeras y yo pensábamos que la literatura infantil era la rama de esta disciplina (literatura) que se encarga de estudiar los textos destinados a los niños y además ofrece la posibilidad de crear textos literarios con y para los niños, y lo cierto es que no íbamos muy desencaminadas.

Podemos definir a esta como el acto de creación, disciplina o corpus de la literatura que estudia textos dirigidos a la infancia. Aquí encontramos el primer problema: ¿Hasta qué edad están dirigidos estos textos?.

Pues bien, estos textos están creados para lectores implícitos: cuando el autor escribe piensa en el público, en sus características y necesidades. En este caso, el autor escribe pensando en que los niños lo entiendan y les guste.

Antiguamente, se relacionaba el fin de la infancia con el fin de la E.G.B., es decir, a los 13 años. Ahora es difícil encuadrar la literatura infantil, aunque las editoriales establecen que hasta los 12 años. A partir de esta edad, para los adolescentes y jóvenes, se les destina la literatura juvenil.

Por tener la literatura infantil un público concreto entra dentro de la subliteratura, cuyo objetivo es que la entienda el público infante.

Ésta surge en el siglo XX y no suele tener como objetivo primero crear una obra, sino más bien, entretener al niño, enseñar algo... pierde su sentido artístico.

  • Textos literarios:
Nuestra definición para los textos literarios no está muy desencaminada de la realidad, aunque es conveniente aclarar algunas ideas.

Conjunto de obras en las que el autor o autores han dado valor a lo que éste quiere transmitir (1) a los demás cuidando el estilo y utilizando adecuadamente los diferentes recursos literarios (2).

(1) Si es cierto que parece como que nos refiramos a que el autor o autores quieren transmitir a los lectores algo sentimental o alguna emoción, esto serían textos líricos. Pero no, nos referimos a transmitir ideas.

(2) A esta definición, para estar completa le faltaría la siguiente puntilla: y además, que sean de ficción. Es que sin esta puntilla nos podíamos estar refiriendo a ensayos, noticias, etc. lo cual no es literatura. Podíamos estar hablando por ejemplo de “Ética para Amador” de Fernando Savater.

  • Textos folclóricos: o lo que es lo mismo, textos de tradición cultural
Mis compañeras y yo, en su momento, entendimos a los textos folclóricos como: relatos sobre las tradiciones y la actualidad de la época que se transmiten de forma oral, pero que con el tiempo se han ido recogiendo de forma escrita para no perderse.

Primero creo conveniente hacer una aclaración de nuestra definición: al hablar de actualidad de la época, no nos referimos a noticias reales, sino a costumbres, canciones... (lo que se conoce por folclore) de la época. En este caso, hacemos referencia a los textos, cuentos, relatos, creencias populares, etc.

Pues bien, estos textos son textos literarios, y por lo tanto literatura, que se caracterizan por transmitirse de forma oral hasta que alguien los plasma por escrito.

Las características de los textos folclóricos son:

            - No tienen autor
            - Existen diversas versiones
            - Encierran enseñanzas

Efectivamente, estos textos no tienen autor, ni conocido ni desconocido (anónimo), sin autor. El autor es el pueblo. Pasan de boca en boca entre las personas del pueblo, de pueblo en pueblo y de generación en generación durante los años. Lo podemos comparar con el juego de El teléfono escacharrado, que de la primera idea hasta la última cambia el mensaje, a veces por completo.

Ahora compartiré algo que me ha sorprendido mucho sobre un texto folclórico conocido por todos: el cuento de Caperucita Roja. Se ha estudiado que esta historia pudo existir, siendo ésta, Caperucita Roja, una adolescente (de unos 13 ó 14 años) que se adentra en el bosque y que al cabo de los días la encuentran devorada por los lobos.

Esta historia se pasa de unas vecinas de la aldea a otras, de aldea en aldea y de generación en generación, hasta llegar a un punto en que la realidad se ve modificada.

Perrault no es el autor de este cuento, sino que a él le llegó la historia y la plasmó en papel. Posteriormente, otros autores la han tomado y han hecho diferentes versiones pasando por que un cazador salva a la niña hasta que el lobo y la niña se hacen amigos y cantan juntos.

Caperucita Roja de Perrault, de los hermanos Grimm y de Disney son diferentes versiones de una misma historia.

Tomando nuevamente el ejemplo de Caperucita Roja con todas sus versiones, se puede explicar otra de las características de los textos folclóricos. Y es que al pasar de boca en boca, de pueblo en pueblo y de generación en generación a lo largo de los siglos aparecen varias y muy diversas versiones.

La última característica de estos textos es que en su esencia encierran muchas enseñanzas, pero nunca moralejas. Con esto, he modificado otro de mis conocimientos previos, ya que pensaba que moraleja y enseñanza eran sinónimos, pero no.


Enseñanzas                                                         Moralejas


Varios datos - aprendizajes que el receptor - lector obtiene por su cuenta a través del cuento


Una enseñanza escrita que aparece al final del cuento. Está plasmada en el papel e inventada por el autor

  • Textos de autor
Por textos de autor entendimos: Relatos escritos por una persona que quiere comunicar un tema concreto a los demás, con la finalidad de permanecer en el tiempo.

Y no es muy desacertada esta definición, pero habría que remarcar su principal característica: tienen autor concreto, una persona, ya sea conocida o desconocida (anónimo), y que por lo tanto, no es del todo lícito cambiar o adaptar su forma para los niños, ya que existe una única versión.

Por esta razón, son textos denominados selectivos, pues se seleccionan o eligen para leer en el aula, pero no se adaptan. Frente a estos, están los textos adaptativos, es decir, los folclóricos, que sí que se pueden modificar o adaptar a un grupo de niños, ya que al fin y al cabo sólo sería otra versión más.

  • Biblioteca de aula ≠ rincón de lectura
Con las dos siguientes definiciones mi grupo de trabajo, y en general el resto de mis compañeras de clase, no tuvimos grandes problemas, debe de ser porque son términos más cercanos con los que ya hemos tratado más que con el resto.


Biblioteca de aula                                    Rincón de lectura


Lugar físico del aula, al alcance de los educandos, destinado al almacenaje de libros con el fin de que puedan ser manipulados, leídos… incluso llevarlos a casa. Dicho lugar debe estar acondicionado a la edad, a las necesidades y a los intereses de los sujetos de dicho aula.


Espacio del aula destinado a la lectura de diferentes soportes literarios (cuentos, tebeos, periódicos…), ya sea por parte del educador o de los educandos. Este espacio debe estar bien ambientado para cubrir las necesidades de los alumnos.


Lugar físico del aula donde se almacenan los libros


Espacio del aula en el que se lee

  • Cuento
Con esta introducción mis compañeras y yo no hemos estado muy acertadas. En un principio, definimos cuento como: Narración de una historia real o ficticia, que puede ser leída, contada o representada, en la cual, se tratan temas diferentes (amor, aventura, terror…) de la que se puede extraer una moraleja.

Para que fuera una definición correcta habría que añadir varias cosas. Lo podríamos definir como un relato o narración breve con dibujos. También se denominan así a los álbumes de imágenes, que tienen igual de texto que de dibujo, incluso más dibujos que textos.

Los cuentos pueden ser didácticos o de entretenimiento, pero siempre son ficticios, nunca reales como nosotras pensábamos. Y sí que es cierto que pueden ser representados, leídos, contados o narrados con libro, que no es lo mismo, como más adelante comentaré.

  • Libro
Este término es polisémico. Si acudimos a la R.A.E. podremos ver todas, que son muchas, las definiciones que da a este término en relación con lo que ahora nos interesa:

  1. Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen.
  2. Obra científica, literaria o de cualquier otra índole con extensión suficiente para formar volumen, que puede aparecer impresa o en otro soporte.
  3. Cada una de ciertas partes principales en que suelen dividirse las obras científicas o literarias, y los códigos y leyes de gran extensión.
  4. libreto (II obra dramática).

Nosotras lo definimos como: Medio o soporte físico donde el autor impregna (más que el autor, el editor impregna lo que el autor quiere) aquello que quiere transmitir al lector, ya sean cuentos, poemas, novelas, leyendas…

Y en clase se estuvo comentando que hay libros que no tienen texto, que están en blanco o que sólo tienen fotos o dibujos.

No podemos confundir ni tratar como sinónimos libro y cuaderno, porque son dos conceptos diferentes que se diferencian en la encuadernación.

Según establece el decreto, un soporte tiene que tener como mínimo 65 páginas para ser considerado como libro.

Por lo tanto, un soporte, que en este caso transmite literatura infantil con su respectivo texto e ilustraciones, para ser considerado como libro tiene que estar en papel, aunque la portada puede no estar en papel y estar en tela, por ejemplo. Tiene que estar encuadernado y tener más de 65 páginas.

  • Cuentacuentos ≠ lectura ≠ narración con libro
Nosotras lo definimos como: Persona o soporte digital que narra o representa un cuento.

Pero para que la definición sea la correcta, deberíamos decir que este término es polisémico, ya que por un lado es el acto de contar un cuento, y por el otro es la persona o soporte digital que narra un cuento sin ningún apoyo material, refiriéndome con esto a un libro o cuento, ya que las marionetas actúan como ilustraciones y por lo tanto, sí se pueden emplear. Para esto, esa persona tiene que tener habilidades y destrezas, con el fin de la narración sea atractiva y envolvente.

Los Cuentacuentos no están sólo dirigidos para el público infantil, si no también para el adulto.

En los Cuentacuentos se interacciona, no tanto en los de sala (público adulto) como en los de para niños.

  • Lectura ≠ cuentacuentos ≠ narración con libro
La definición que nosotras le dimos a este término es correcta: Comprensión de textos escritos. Esta se puede hacer de forma silenciosa o en voz alta, comunicándoles la información a los demás o a uno mismo, es decir, el acto de leer.

Pero es que además de lectura ser el acto de leer, también es el libro de lectura que se va a leer y la comprensión de un texto. Es una palabra polisémica.

Recordemos que se lee (respetando la forma) un texto de autor, y se cuenta (adaptando el argumento al público) un texto folclórico.

  • Narración con libro ≠ lectura ≠ cuentacuentos
La definición que mi grupo de trabajo le dio a este término no es la correcta, ya que aparece que es lectura, y en la narración con libro no se lee: Acción que realiza una o varias personas al transmitir una información cuando lee, con la finalidad de que el receptor o receptores lo comprendan. Esta sería una definición para lectura, pero no para narración con libro.

Narrar con libro es contar una historia apoyándose en un libro. Esta es la técnica más empleada en el primer ciclo de Educación Infantil para trabajar el razonamiento icónico, pues se cuenta un cuento plasmado en un libro, enseñando el libro o cuento a los niños.

El maestro, en realidad, no lee el cuento, lo cuenta. Previamente se habrá leído el texto y lo cuenta “a su manera”. Lo importante en las narraciones con libro es que los niños y niñas vean las imágenes del soporte.

Al igual que en los Cuentacuentos, en las narraciones con libro no se es fiel al autor, no se respeta la forma del libro, a diferencia de la lecturas.


Lo parece, pero no son término sinónimos


Cuentacuentos


Lectura

Narración con libro

No hay libros ni cuentos. El contador se lee la obra y luego la cuenta con sus palabras al público, pudiéndolo adaptar.

No se es fiel a la forma del texto.


Sí hay libros o cuentos. El autor realiza en público una transmisión exacta o literal de la obra.

Respeta la forma de la obra, pues no la adapta al público.

Sí hay libros o cuentos, pero el narrador no lo lee, lo enseña al público. Éste cuenta la obra a su manera, pudiéndola adaptar.

No se es fiel a la forma del texto.

sábado, 2 de octubre de 2010

Trabajo grupal Bloque I

Realizado el viernes 1 de octubre de 2010, por:

·        Raquel Díaz Sobrino
·        Raquel Fernández Do Santos
·        Teresa Marín Villalba
·        Sandra Martínez Foronda

1.   Definir los siguientes conceptos básicos de la asignatura:

  • Literatura: Disciplina que estudia o trabaja los diferentes textos que se han dado a lo largo de la historia, ya sean del tipo narrativo, literario, poético…

  • Literatura infantil: Rama de esta disciplina que se encarga de estudiar los textos destinados a los niños y además ofrece la posibilidad de crear textos literarios con y para los niños.

  • Textos literarios: Conjunto de obras en las que el autor o autores han dado valor a lo que quiere transmitir el autor a los demás cuidando el estilo y utilizando adecuadamente los diferentes recursos literarios.

  • Textos folclóricos: Relatos sobre las tradiciones y la actualidad de la época que se transmiten de forma oral, pero que con el tiempo se han ido recogiendo de forma escrita para no perderse.

  • Textos de autor: Relatos escritos por una persona que quiere comunicar un tema concreto a los demás, con la finalidad de permanecer en el tiempo.

  • Biblioteca de aula: Lugar del aula, al alcance de los educandos, destinado al almacenaje de libros con el fin de que puedan ser manipulados, leídos… incluso llevarlos a casa. Dicho lugar debe estar acondicionado a la edad, a las necesidades y a los intereses de los sujetos de dicho aula.

  • Rincón de lectura: Espacio del aula destinado a la lectura de diferentes soportes literarios (cuentos, tebeos, periódicos…), ya sea por parte del educador o de los educandos. Este espacio debe estar bien ambientado para cubrir las necesidades de los alumnos.

  • Cuento: Narración de una historia real o ficticia, que puede ser leída, contada o representada, en la cual, se tratan temas diferentes (amor, aventura, terror…) de la que se puede extraer una moraleja.

  • Libro: Medio o soporte físico donde el autor impregna aquello que quiere transmitir al lector, ya sean cuentos, poemas, novelas, leyendas…

  • Cuentacuentos: Persona o soporte digital que narra o representa un cuento.

  • Lectura: Comprensión de textos escritos. Esta se puede hacer de forma silenciosa o en voz alta, comunicándoles la información a los demás o a uno mismo.

  • Narración con libro: Acción que realiza una o varias personas al transmitir una información cuando lee, con la finalidad de que el receptor o receptores lo comprendan.