martes, 30 de noviembre de 2010

Lista de libros de autor muy interesantes

A continuación, una lista de libros de autor que sin duda debería tener y emplear como maestra en mi aula de Educación Infantil, ya sea por la historia que en ellos se da, por sus ilustraciones...

Publico esta lista, además de para recordarme que me tengo que hacer con ellos, para compartirla con quien le interese saber sobre cuentos infantiles y, ¿por qué no? para dar alguna idea a los Reyes Magos sobre qué quiero estas navidades o para aprovechar que llega mi cumpleaños...

Análisis del libro infantil

Soy partidaria de emplear cuentos infantiles en las aulas de Educación Infantil, y no sólo porque esta es una costumbre que ha pasado de generación en generación, sino por las grandes ventajas que conlleva este empleo, tanto para educandos como para educadores.

A mi entender, algunos de los beneficios o ventajas de emplear toda clase de cuentos en Educación Infantil son:

  • Los niños y niñas tienen la necesidad de imaginar y cuando escuchan un cuento infantil se van imaginando la historia, se ponen en el lugar o se identifican con los personajes, sienten sensaciones parecidas a las de los protagonistas... En definitiva, los cuentos infantiles benefician el desarrollo de la imaginación del niño, así como, su sentido de la percepción y su sensibilidad.

  • Los cuentos destinados al público infantil poseen una narración clara, fluida y de sencilla comprensión. Esto hace mejorar la capacidad de comprensión y de expresión del niño y su capacidad de comprensión, sin olvidar que estos hacen aumentar su vocabulario.

  • Los cuentos encierran una cantidad abrumadora de enseñanzas para la vida. De los buenos cuentos infantiles se pueden extraer aspectos útiles y aplicaciones directas para la vida. Por lo tanto, y gracias a los cuentos, los niños pueden extraer valiosos mensajes y valores para emplear en su vida.

  • Y, como no, los cuentos infantiles son beneficiosos para la relajación del niño. Los niños se muestran muy receptivos y muy atentos frente a los cuentos. Se olvidan de los juegos, de los nervios y de todo y se centran sólo en la historia. Están ansiosos por conocer más y llegar al desenlace.

Pues bien, sabiendo ya algunas de las ventajas o motivos por los que emplear cuentos en un aula de infantil, como maestras deberíamos saber cuáles son los adecuados.

Como ya sabemos, podemos utilizar cuentos folclóricos, los de tradición oral, que han pasado de generación en generación sufriendo numerosas transformaciones y surgiendo así numerosas versiones. Estamos hablando de cuentos que han recogido recopiladores tan conocidos como Charles Perrault, los hermanos Grimm y/o Hans Christian Andersen.

Estos cuentos sin autor y familiares, que no infantiles, los cuentos folclóricos, son cuentos adaptativos, lo cual nos permite adaptarlos a nuestra aula y a nuestros alumnos de infantil, ya que al fin y al cabo sería esta adaptación una versión más del cuento.

Otra opción sería emplear en nuestra aula cuentos de autor para público infantil. A diferencia de los folclóricos, los de autor, y como su propio nombre indica, si tienen autor conocido o desconocido, por lo que no sería lícito adaptarlos. Son por tanto, cuentos selectivos.

En cuanto a la selección de estos cuentos de autor, podemos hacer dos cosas: la primera es apuntar el título, autor, editorial y demás características de los cuentos que algún especialista nos recomiende, en este caso nuestra profesora Irune, para luego comprarlos. Esto está bien, ya que hay libros tan conocidos y tan reeditados que aunque pase el tiempo los podemos seguir encontrando en el mercado. Pero habrá otros, también muy buenos, que se escriban y se editen una sola vez y que luego desaparezcan y ya nos sea muy difícil, incluso imposible, encontrarlos.

Ante este mercado dinámico nos queda la segunda opción: saber cómo analizar un libro, para luego seleccionarlo y utilizarlo para nuestra aula, para un grupo de niños y niñas con características y necesidades muy diferentes.

De acuerdo, ¿y cómo se analiza un cuento? Pues teniendo en cuenta unos aspectos a analizar, además de que el formato sea cómodo si queremos emplearlo en nuestra aula, es decir, que sea un formato grande para que no haya conflictos del tipo: “A ver, a ver. No veo, profe”.

Estos aspectos a analizar son:



ANÁLISIS DEL LIBRO INFANTIL


Receptor

Lo primero que tenemos que tener en cuenta a la hora de decidir qué libro de autor elegir es él mismo, el receptor o receptores. Después el qué le / les queremos enseñar, pero lo principal es que responda a sus intereses y necesidades.


Emisor

No se refiere al autor del cuento, sino al personaje del cuento que cuenta al receptor o receptores del mismo el mensaje de la obra.


Tema

Que le interese, con el que se siente identificado. Por ejemplo, si empleamos un cuento cuyo tema sea la Guerra Civil, al no ser que sean ellos los que pregunten y se interesen, tenemos que saber que no les interesa mucho, no es cercano a ellos.


Estructura

Puede ser lógica o lineal, que empiece con un planteamiento, siga con un nudo y termine con el desenlace final. Puede tener final abierto para que este lo pongan los receptores y así desarrollar su creatividad, aunque esto no les suele gustar.

O puede tener estructura acumulativa en el que se parta de una idea simple y se vayan añadiendo ideas, personajes...


Espacio y tiempo
(o por separado)

El espacio y el tiempo se puede analizar junto o por separado. El cuento tiene que estar situado en espacio y tiempo histórico cercano a ellos. El espacio es el dónde se desarrolla la acción (el lugar) y el tiempo es el cuándo se desarrolla la acción (pasado, presente, futuro, o indefinido).


Ilustraciones

Deben ser llamativas para los niños, pero lo que es más importante: tienen que ayudar a entender el cuento y que sólo haga falta ver las ilustraciones para volver a “leerlo” sin leer.

Pueden ser estereotipadas, realistas o sugerentes.


Lenguaje

Lo ideal es que predominen frases cortas con pocas subordinadas, así como, que se entiendan las palabras, lo cual no quita que el cuento tenga una o dos palabras “nuevas” que el niño o niña pueda añadir a su léxico.


Valores y contravalores

Hace referencia a las actitudes positivas o negativas. Los buenos cuentos se caracterizan porque el personaje acaba con actitudes positivas, independientemente de que empiece con positivas o negativas.




A continuación, un ejemplo de cómo se analiza un cuento infantil.


Título del cuento: Adivina cuánto te quiero

Escrito por: Sam McBratney

Ilustrado por: Anita Jeram




Ya sólo la portada dice mucho. Por un lado, se da una adivinanza, un juego, y por otro lado, se habla de sentimientos.

Este cuento es tan famoso que se ha traducido a muchos idiomas, está en el Youtube de forma animada, incluso, lo hay de varios formatos: de bolsillo, de aula...

Cuando a la liebre pequeña ya no le queda cuerpo para representar su amor, lo hace con cosas externas: “te quiero hasta la luna”.

En cuanto a la psicología infantil este libro también es bueno: la liebre mayor deja a la pequeña ganar, es cuando esta última se duerme cuando le dice que ella le quiere más. Además, la liebre mayor deja a la pequeña hablar, ya que le pudo responder: “Sí, yo también te quiero, alé, a dormir”.

Y algo que merece la pena destacar del libro es que en ningún momento se dice que la liebre mayor sea la madre de la liebre pequeña. Puede ser su padre, su cuidadora, su hermano o hermana... Esto es muy positivo, ya que permite a los niños que no tengan madre identificarse con el personaje principal.

  • Receptor:

Es un cuento que perfectamente podemos emplear con bebés, con niños y niñas, con adolescentes y con mayores. Dependiendo del público podemos contarlo, leerlo o hacer una narración con libro, lo que más nos interese según las circunstancias.

  • Emisor:

El personaje del cuento que le da el mensaje al niño o niña receptor es la liebre pequeña de color avellana. Es con esta con quien los niños se pueden identificar.

  • Tema:

El cariño y el afecto entre personas. El amor de un niño y un adulto, independientemente de que este adulto sea su madre, su padre, su hermano, su cuidadora...

Otro tema que se da en este cuento son las adivinanzas: adivina cuánto te quiero. Y un tercer tema son las medidas y las diferentes formas de medir.

Este no es un cuento didáctico, ya que no enseña nada al niño, sino que le permite identificarse con el personaje. Da mucho juego en el aula, ya que les podemos preguntar a nuestros alumnos si alguna vez le han dicho a alguien lo que le quiere.

Cualquier niño, tenga madre o no, tenga padre o no, así como hermanos, se puede identificar con la historia que se da en el cuento.

  • Estructura:

Este cuento posee la estructura ideal para emplear con niños, ya que comienza con un planteamiento: lo mucho que el pequeño quiere al mayor, continua con un nudo acumulativo: te quiero hasta aquí, hasta... y termina con un desenlace feliz: lo mucho que se quieren.

Planteamiento à Nudo acumulativo à Desenlace

  • Espacio y tiempo:

La historia sucede en el campo, por lo que a los niños no les causa ningún problema entenderlo. Ambas liebres no tienen casa, pero no es necesario ponerles una casa ni vestirles para que los niños y niñas se puedan identificar con la historia.

El tiempo es indefinido, pues no se dice cuando ocurre la historia. Puede ser en el presenta, en el pasado, incluso en el futuro.

  • Ilustraciones:

Son ilustraciones claras, por lo que el niño puede seguir la historia mirándolas. El niño que aún no supiera leer y tuviera entre sus manos este cuento, sería capaz de seguirlo.

Éstas no son estereotipadas, son sugerentes, sugieren la realidad. Esto hace que el niño no se confunda.

  • Lenguaje:

Está cargado de función poética, pero esta es tan sencilla de entender que a los niños les encanta el cuento.

Predominan las frases sencillas, no subordinadas, con lenguaje coloquial y cercano a los niños. Probablemente, la palabra más difícil sea “liebre”.

  • Valores y contravalores:

Se trata el cómo transmitir el cariño. Se da una actitud positiva de cómo hacerlo, de cómo transmitir el cariño que se siente por alguien.


Teniendo como ejemplo el análisis del libro Adivina cuánto te quiero, analizaré individualmente otro libro de autor, concretamente:


Título del cuento: No sé

Escrito e ilustrado por: Mabel Piérola

Editorial: SM

Fecha y lugar de publicación: 1998, Madrid


Premio Internacional de Ilustraciones de la Fundación Santa María, 1997.

Las ilustraciones de este cuento dieron la oportunidad a este libro de publicarse un año más tarde.


En primer lugar, sin haber leído el cuento ni saber de qué va, la portada ya me llama la atención por dos motivos: el título y la ilustración, y más sabiendo que estas han hecho ganar a la escritora e ilustradora, Mabel Piérola, el Premio Internacional de Ilustraciones de la Fundación Santa María en el año 1997, y que gracias a este premio, esta lo pudo publicar un año más tarde.

  • Receptor:

Considero que el rango de edad para los destinatarios de este cuento oscila entre los 4 y 6 años, hablando de los niños de Educación Infantil, ya que perfectamente se podría emplear en el primer ciclo de Educación Primaria.

Establezco este rasgo porque creo que es en torno a esta edad cuando los niños  y niñas se hacen preguntas del tipo: por qué somos tantos en el mundo, por qué los lápices pintan, por qué cuando me caigo se me enrojece la piel o porqué se me eriza cuando tengo frío. Por lo tanto, es en esta edad cuando más lo pueden entender y más les puede ayudar.

Dado que la historia del cuento es tan reflexiva, considero que lo ideal sería hacer una narración con libro. Yo sería la encargada de contar el cuento mientras que los niños pueden mirar sus ilustraciones y pensar sobre él.

Otro motivo por el que creo que debería emplearse como recurso la narración con libro es que al permitir esta técnica tanta flexibilidad, podríamos parar la historia del cuento para centrarnos en alguna reflexión del mismo o incluso para analizar alguna de sus ilustraciones.

  • Emisor:

El personaje del cuento que le da el mensaje al receptor o receptores es el niño protagonista, pues es este el que se pregunta por lo que se pregunta.

Además, creo importante decir que es fácil que los niños y niñas se identifiquen con el protagonista, con el emisor del cuento.

  • Tema:

El tema del cuento son las preguntas que los niños y niñas se hacen sobre la vida. Sobre sus famosos porqués, sus dudas y sobre sus “no sés”.

La autora de este cuento representa bajo un estilo poético las dudas y preguntas que acechan a los más pequeños, como puede ser por qué las nubes tienen y cambian constantemente su forma: “o por qué las nubes se dibujan solas”, o por qué cuando se caen se les enrojece la piel: “no sé por qué cuando me caigo me bailan puntos rojos bajo la piel”. Es por este motivo, por el que los niños se pueden sentir reflejados con la historia.

  • Estructura:

La historia comienza con una duda que tiene el niño protagonista: “no sé dónde estuve antes de estar aquí”, continúa acumulando dudas y finaliza el cuento, aún con la duda, pero asegurando que le gusta todo lo que ve. Por todo esto, la estructura del cuento es la ideal para los cuentos infantiles:

Planteamiento à Nudo acumulativo à Desenlace

  • Espacio y tiempo:

La historia sucede en la ciudad, en un espacio cercano al niño y por lo tanto conocido para él. El niño protagonista tiene su casa, va en autobús, ve gente a diario muy diferente... Todo esto hace que al niño no le suponga ningún problema entender el cuento.

En cuanto al tiempo, decir que es indefinido, pues en la obra, en ningún momento se dice cuando ocurre la historia. Podría estar escrita en pasado, en presente, incluso en el futuro.

  • Ilustraciones:

Antes de nada, recordar que las ilustraciones de este cuento han conseguido el Premio Internacional de Ilustración de la Fundación Santa María en el año 1997, lo cual ha permitido a la autora e ilustradora publicarlo en el mercado un año más tarde. Por este motivo, sería importante que los niños las pudieran ver.

Son imágenes sugerentes. No son estereotipadas, por lo que no pueden confundir al receptor, ni son realistas, ya que no imitan a la realidad pero casi. Permiten entender que un niño es un niño y que un autobús es un autobús, lo cual es importante.

Son imágenes claras ya que permiten al niño, que ya conoce la historia y que no aún no sabe leer, seguirla.

  • Lenguaje:

La autora emplea la función poética para representar las dudas sobre la vida que acechan a los más pequeños, pero esta es tan sencilla que permite que se entienda perfectamente la historia.

Son frases sencillas, sin subordinadas, con un vocabulario muy sencillo y cercano al niño, lo cual le permite entender la historia.

  • Valores y contravalores:

Se da una actitud positiva de ver la realidad, de que aunque no se entienda el porqué de las cosas, valorar todo lo que nos rodea.


Por último, decir que aunque al principio estaba un poco reacia a seleccionar este cuento para mi aula, he decidido que si sería una buena opción, pues permite a los receptores identificarse con el personaje y con las preguntas que este se hace, la estructura es la ideal, el lenguaje es el adecuado para la edad y porque se da una actitud positiva hacia lo que, de momento, no entienden.

Además, el formato es muy bueno y cómodo para utilizar el cuento en el aula: es grande y permite que todos los niños vean sus ilustraciones, lo cual merece la pena porque aunque son oscuras encierran algo.

Lo tendría en mi aula por si a los niños y niñas les acechan estas dudas que sepan que no son los únicos y que lo que hay que hacer es valorar de forma positiva lo que les rodea.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Corrección. Toda clase de pieles: aspectos psicológicos y pedagógicos (Trabajo Bloque II)

Este cuento, Toda clase de pieles, es un cuento de transmisión oral recogido por los hermanos Grimm cuya historia es la siguiente:

            Un rey y una reina que viven felizmente casados. Ésta es la mujer más bella del reino. El único problema del matrimonio es la falta de herederos. Cuando al fin la reina se queda embarazada y da a luz a una niña, sufre hemorragias que le llegan a quitar la vida. Antes de morir, le pone como condición a su marido para poder volverse a casar y así tener descendientes varones que le sucedan en el trono, que lo haga con una mujer que sea más bella que ella.
Tras años y años de búsqueda sin éxito, el rey se da cuenta de que la única mujer del mundo aún más guapa que su difunta esposa es su única hija, por lo que le propone matrimonio. Ésta, pensando que así nunca llegaría a casarse con su padre, le pone como condición que le consiga tres vestidos: uno de oro, otro de plata y otro de diamantes y un abrigo como toda clase de pieles de todos los animales del mundo.
Cuando los tiene en su poder y ve que su boda ya es un hecho irremediable huye de su padre y de su reino. Se esconde como un animal en el bosque, ocultando su identidad. Tras meses de soledad, un cazador la lleva como cocinera para servir a los reyes de un reino diferente al suyo. Allí seduce de una manera peculiar y se enamora del príncipe del reino y éste de ella, aún desconociendo su identidad.

A diferencia de la mayoría de los cuentos de los hermanos Grimm, éste sí que tiene un final feliz, en el que reina el amor.


Trabajo individual del Bloque II:

Extraer del cuento: “Toda clase de pieles” los aspectos psicológicos y los pedagógicos, siendo los primeros las señas de evolución de la protagonista desde la infancia hasta la edad adulta, es decir, los rasgos que muestran su viaje iniciático, y los segundos las enseñanzas para la vida que se extraen del cuento.

Como ya sabemos, en la mayoría de los cuentos folclóricos aparece un viaje iniciático por parte del protagonista, en este caso, de la protagonista, que se caracteriza por ser una serie de pruebas que hay que superar para demostrar que se vale para algo y así entrar en la vida adulta. Digamos que es el paso de la infancia a la edad adulta.

Pues bien, en este cuento de los hermanos Grimm, este paso de la infancia hasta la edad adulta, este viaje iniciático, empieza cuando el padre de la princesa le dice a esta que se tiene que casar con ella.

Ésta, que aún es una niña y no sabe las ventajas que tiene el tener dinero y poder, le pide a su padre que para aceptar su propuesta tiene que conseguir que le hagan los tres vestidos que quiere: el tan dorado como el sol, el tan plateado como la luna y el tan brillante como las estrellas, así como, el abrigo con toda clase de pieles. Ésta es una estrategia débil, de aún una niña que lo que quiere es no casarse con su padre, pero lo que aún no sabe es que con poder y dinero casi todo se consigue en esta vida.

Es decir, el viaje iniciático de la princesa se da desde que su padre le pide que se despose con él, hasta que al final se casa voluntariamente con el príncipe, con quien ella realmente quiere y con quien la respeta por cómo es y no por lo que tiene ni por de dónde viene, puesto que perfectamente podría haber decidido, ya dispone de la madurez necesaria, no casarse con él.

Es entre estos dos momentos cumbres de la historia cuando la niña empieza a madurar, ya que desde que tiene los vestidos hasta que los usa, se suceden una serie de pruebas que la princesa tiene que superar para incorporarse en la vida adulta:

  • Huir de su padre, de su palacio, de su reino, de su entorno y de sus lujos, como también hace Blancanieves, y refugiarse en el bosque. Aguantando penurias, escondiéndose de los peligros de la vida y consiguiendo sobrevivir con, prácticamente, nada.

  • Trabajar bajo las órdenes de otros: del cocinero, de los reyes y del príncipe del reino y del resto de la corte.

  • Aprender a vivir como gente de su diferente estatus social, es decir, como una sirvienta más, tal y como el cocinero del palacio, que vive para satisfacer las necesidades de sus superiores.

  • Aprender a realizar las tareas que le corresponden a las mujeres adultas: cocinar, lavar la ropa, fregar, planchar... Es decir, lo que nunca había hecho ni hubiera hecho si hubiera seguido en su palacio.

  • Otra prueba que tiene que superar, y que simboliza su evolución de niña a mujer, es que decide arriesgar todo lo que tiene, todo su poder y ponerse en contra de mucha gente por satisfacer sus deseos.

Y es que, probablemente, como ocurre en otros cuentos folclóricos, si la princesa protagonista de este cuento no hubiera tenido que huir de su padre, ésta hubiera sido una mujer caprichosa, que lo tiene todo y sintiéndose superior al resto de personas que la rodeasen. De esta forma, y ocurriendo lo que ocurrió, la princesa es una chica humilde que aprende a vivir como el resto de personas, haciendo tareas como el resto de mortales. Recordemos, tal y como vimos en clase, que los viajes iniciáticos muestran lo bueno que tienen las personas.

Un rasgo que muestra el fin del viaje iniciático de la princesa, o su cercana llegada a la madurez, se representa cuando ésta se pone los vestidos que su padre había mandado a confeccionar para, voluntariamente, seducir al hombre del que se estaba enamorando, así como, cuando ya ha aprendido a hacer las tareas de una mujer adulta, tales como preparar la comida de su marido, o cuando se deshace de las joyitas de oro de su difunta madre: la rueca de hilar, la devanadera, y por último, el anillo de compromiso de su antecesora, para dárselas a su enamorado como signo de su amor hacia él.

El abrigo de toda clase de pieles con el que está durante la mayoría de la historia, ese que está confeccionado bajo la orden del rey y hecho con un trocito de piel de cada uno de los animales que existen en el mundo, acompaña a la protagonista a lo largo de todo su viaje iniciático. Es un símbolo de protección y de su evolución, ya que se lo pone cuando está llegando al fin su infancia y no se lo quita hasta que es una mujer. Pues recordemos, que el cuento termina cuando el príncipe, estando los dos en la habitación de éste y después de terminarse el plato de sopa que ella misma le hace, le quita a la princesa su abrigo de toda clase de pieles, le quita su protección de niña. Esto muestra que ya está preparada para ser una mujer. Sí es cierto que en tres ocasiones se quita su enorme abrigo, en las tres noches de baile ante el príncipe, lo que simboliza que por aquel entonces, ya estaba casi completamente adentrada en la vida adulta y preparada para cubrir las obligaciones de ser mujer.

Hasta aquí, los aspectos psicológicos del cuento, a continuación los pedagógicos. Las enseñanzas, que no moralejas, que podemos extraer de este cuento son varias.

Una de ellas que cuando pones condiciones a alguien y éste las supera, tienes que cumplir tu palabra, aunque en este caso tener que aceptar incesto... Bueno, en cualquier caso, aquí la protagonista sale bien parada, aunque en un principio lo pasa mal. Para entendernos: la princesa, que por mucho que quiera a su padre ni se le pasa por la cabeza llegar a casarse con él, con su antecesor, pensando que lo que pedía era imposible y así tendría una escusa para no casarse con él, le pide los tres vestidos y el abrigo. Éste se los consigue. Ella al tenerlos no cumple su palabra, pues no se casa con él, sin embargo, finalmente consigue ser feliz con su enamorado, pero hasta que consigue llegar hasta él, no creo que lo pasara del todo bien: mal viviendo en el bosque con nada y refugiándose de cualquier peligro que acechara como si fuera un animal.

Otra enseñanza que podríamos extraer es una dosis de optimismo: que aunque las cosas te vayan mal en la vida, finalmente conseguirás éxito personal siempre que arriesgues. Y es que tal y como aparece en el cuento, al principio cuando la princesa huye de su padre, aún perdiendo todo lo que tiene por satisfacer sus deseos, sufre calamidades al estar en el bosque, pero finalmente y tras arriesgar, consigue enamorarse de un hombre que la quiere y la respeta por cómo es y así ser feliz.

Otra enseñanza más que podríamos extraer es que deberíamos conocer más y relacionarnos con personas que, en esencia y no a simple vista, no son tan diferentes a nosotros. El cocinero de palacio, al igual que el cazador que la rescata del campo, funcionan como las hadas madrinas de la princesa, pues son estos los que salvan o bien ayudan a algo a la adolescente. Además, como ya he dicho, si la protagonista del cuento no hubiera tenido que huir de sus lujos, probablemente, nunca se hubiera relacionado con gente de diferente clase social a la suya, ni hubiera hecho lo que ha hecho en palacio para nadie.

Por último decir que, como en el resto de cuentos folclóricos, tal y como descubrió Vladimir Propp, se repite la misma estructura:

  • Alguien que no ha tenido una vida fácil que finalmente consigue lo que quiere y que nunca ha tenido.

  • Alguien que ha tenido una vida con facilidades que pierde todo y lo tiene que recuperar con esfuerzo.

En este caso, se da la segunda opción: la princesa pasa de tener una vida de lujo en un palacio con sirvientes bajo sus órdenes a ser ella la sirvienta, la que está condiciones inferiores y bajo las órdenes de otros. Aunque no se dice en el cuento, supongo que la princesa se casa con el príncipe, son muy felices y viven en un palacio (recupera su estatus) rodeados de personas para servirles. También me imagino, que gracias a su experiencia como sirvienta, siendo ella la reina de aquel reino que cuenta con sirvientes los trataría con respecto y educación, a diferencia, lo más seguro, si ella no hubiera estado en la misma situación que estos.

martes, 9 de noviembre de 2010

Toda clase de pieles: aspectos psicológicos y pedagógicos (Trabajo Bloque II)


Este cuento, Toda clase de pieles, es un cuento de transmisión oral recogido por los hermanos Grimm cuya historia es la siguiente:

            Un rey y una reina que viven felizmente casados. Ésta es la mujer más bella del reino. El único problema del matrimonio es la falta de herederos. Cuando al fin la reina se queda embarazada y da a luz a una niña, sufre hemorragias que le llegan a quitar la vida. Antes de morir, le pone como condición a su marido para poder volverse a casar y así tener descendientes varones que le sucedan en el trono, que lo haga con una mujer que sea más bella que ella.
Tras años y años de búsqueda sin éxito, el rey se da cuenta de que la única mujer del mundo aún más guapa que su difunta esposa es su única hija, por lo que le propone matrimonio. Ésta, pensando que así nunca llegaría a casarse con su padre, le pone como condición que le consiga tres vestidos: uno de oro, otro de plata y otro de diamantes y un abrigo como toda clase de pieles de todos los animales del mundo.
Cuando los tiene en su poder y ve que su boda ya es un hecho irremediable huye de su padre y de su reino. Se esconde como un animal en el bosque, ocultando su identidad. Tras meses de soledad, un cazador la lleva como cocinera para servir a los reyes de un reino diferente al suyo. Allí seduce de una manera peculiar y se enamora del príncipe del reino y éste de ella, aún desconociendo su identidad.

A diferencia de la mayoría de los cuentos de los hermanos Grimm, éste sí que tiene un final feliz, en el que reina el amor.


Trabajo individual del Bloque II:

Extraer del cuento: “Toda clase de pieles” los aspectos psicológicos y los pedagógicos, siendo los primeros las señas de evolución de la protagonista desde la infancia hasta la edad adulta, es decir, los rasgos que muestran su viaje iniciático, y los segundos las enseñanzas para la vida que se extraen del cuento.

Como ya sabemos, en la mayoría de los cuentos folclóricos aparece un viaje iniciático por parte del protagonista, en este caso, de la protagonista, que se caracteriza por ser una serie de pruebas que hay que superar para demostrar que se vale para algo y así entrar en la vida adulta. Digamos que es el paso de la infancia a la edad adulta.

Pues bien, en este cuento de los hermanos Grimm, este paso de la infancia hasta la edad adulta, este viaje iniciático, empieza desde que el padre de la princesa consigue que le hagan los tres vestidos a su hija: el tan dorado como el sol, el tan plateado como la luna y el tan brillante como las estrellas, así como, el abrigo con toda clase de pieles. Es decir, desde que la niña tiene en su poder los tres vestidos y el abrigo que quería, hasta que al fin usa los tres vestidos para seducir al hombre que ama.

Es entre estos dos momentos cumbres de la historia cuando la niña empieza a madurar, ya que desde que tiene los vestidos hasta que los usa, se suceden una serie de pruebas que la princesa tiene que superar para incorporarse en la vida adulta:

  • Huir de su padre, de su palacio, de su reino, de su entorno y de sus lujos, como también hace Blancanieves, y refugiarse en el bosque. Aguantando penurias, escondiéndose de los peligros de la vida y consiguiendo sobrevivir con, prácticamente, nada.

  • Trabajar bajo las órdenes de otros: del cocinero, de los reyes y del príncipe del reino y del resto de la corte.

  • Aprender a vivir como gente de su diferente estatus social, es decir, como una sirvienta más, tal y como el cocinero del palacio, que vive para satisfacer las necesidades de sus superiores.

  • Aprender a realizar las tareas que le corresponden a las mujeres adultas: cocinar, lavar la ropa, fregar, planchar... Es decir, lo que nunca había hecho ni hubiera hecho si hubiera seguido en su palacio.

Y es que, probablemente, como ocurre en otros cuentos folclóricos, si la princesa protagonista de este cuento no hubiera tenido que huir de su padre, ésta hubiera sido una mujer caprichosa, que lo tiene todo y superior al resto de personas que la rodeasen. De esta forma, y ocurriendo lo que ocurrió, la princesa es una chica humilde que aprende a vivir como el resto de personas, haciendo tareas como el resto de mortales. Recordemos, tal y como vimos en clase, que los viajes iniciáticos muestran lo bueno que tienen las personas.

El fin del viaje iniciático de la princesa, o su llegada a la madurez, se representa cuando ésta se pone los vestidos que su padre había mandado a confeccionar para seducir al hombre del que se estaba enamorando, así como, cuando ya ha aprendido a hacer las tareas de una mujer adulta, tales como preparar la comida de su marido, o cuando se deshace de las joyitas de oro de su difunta madre: la rueca de hilar, la devanadera, y por último, el anillo de compromiso de su antecesora, para dárselas a su enamorado como signo de su amor hacia él.

El abrigo de toda clase de pieles con el que está durante la mayoría de la historia, ese que está confeccionado bajo la orden del rey y hecho con un trocito de piel de cada uno de los animales que existen en el mundo, acompaña a la protagonista a lo largo de todo su viaje iniciático, es un símbolo de su evolución, ya que se lo pone cuando está llegando al fin su infancia y no se lo quita hasta que es prácticamente una mujer. Pues recordemos, que el cuento termina cuando el príncipe, estando los dos en la habitación de éste y después de terminarse el plato de sopa que ella misma le hace, le quita a la princesa su abrigo de toda clase de pieles. Esto muestra que ya está preparada para ser una mujer. Sí es cierto que en tres ocasiones se quita su enorme abrigo, en las tres noches de baile ante el príncipe, lo que simboliza que por aquel entonces, ya estaba casi completamente adentrada en la vida adulta y preparada para cubrir las obligaciones de ser mujer.

Hasta aquí, los aspectos psicológicos del cuento, a continuación los pedagógicos. Las enseñanzas, que no moralejas, que podemos extraer de este cuento son varias.

Una de ellas que cuando pones condiciones a alguien y éste las supera, tienes que cumplir tu palabra. En este caso, la protagonista sale bien parada, aunque en un principio lo pasa mal. Para entendernos: la princesa, que por mucho que quiera a su padre ni se le pasa por la cabeza llegar a casarse con él, con su antecesor, pensando que lo que pedía era imposible y así tendría una escusa para no casarse con él, le pide los tres vestidos y el abrigo. Éste se los consigue. Ella al tenerlos no cumple su palabra, pues no se casa con él, sin embargo, finalmente consigue ser feliz con su enamorado, pero hasta que consigue llegar hasta él, no creo que lo pasara del todo bien: mal viviendo en el bosque con nada y refugiándose de cualquier peligro que acechara como si fuera un animal.

Otra enseñanza que podríamos extraer es una dosis de optimismo: que aunque las cosas te vayan mal en la vida, finalmente conseguirás éxito personal siempre que arriesgues. Y es que tal y como aparece en el cuento, al principio cuando la princesa huye de su padre sufre calamidades al estar en el bosque, pero finalmente, consigue enamorarse de un hombre que la quiere y así ser feliz.

Otra enseñanza más que podríamos extraer es que deberíamos conocer más y relacionarnos con personas que, en esencia y no a simple vista, no son tan diferentes a nosotros. El cocinero de palacio, al igual que el cazador que la rescata del campo, funcionan como las hadas madrinas de la princesa, pues son estos los que salvan o bien ayudan a algo a la adolescente. Además, como ya he dicho, si la protagonista del cuento no hubiera tenido que huir de sus lujos, probablemente, nunca se hubiera relacionado con gente de diferente clase social a la suya, ni hubiera hecho lo que ha hecho en palacio para nadie.

Por último decir que, como en el resto de cuentos folclóricos, tal y como descubrió Vladimir Propp, se repite la misma estructura:

  • Alguien que no ha tenido una vida fácil que finalmente consigue lo que quiere y que nunca ha tenido.

  • Alguien que ha tenido una vida con facilidades que pierde todo y lo tiene que recuperar con esfuerzo.

En este caso, se da la segunda opción: la princesa pasa de tener una vida de lujo en un palacio con sirvientes bajo sus órdenes a ser ella la sirvienta, la que está condiciones inferiores y bajo las órdenes de otros. Aunque no se dice en el cuento, supongo que la princesa se casa con el príncipe, son muy felices y viven en un palacio (recupera su estatus) rodeados de personas para servirles. También me imagino, que gracias a su experiencia como sirvienta, siendo ella la reina de aquel reino que cuenta con sirvientes los trataría con respecto y educación, a diferencia, lo más seguro, si ella no hubiera estado en la misma situación que estos.

Toda clase de pieles: cuento


Cuento folclórico recogido por los hermanos Grimm
en El libro de los 101 cuentos, de la editorial Anaya,
contado por Irune Labajo González
y transcrito por Sandra Martínez.

Había una vez, en un lejano reino, un rey y una reina que se habían casado hacía poco y que estaban muy enamorados. El rey era joven y era atractivo, la reina era la mujer más bella del mundo y se querían muchísimo. Eran completamente felices y juntos fueron pasando y reinando a lo largo de los años. Pero cuando ya llevaban casi 10 años de casados, sólo había un problema que enturbiaba la felicidad de los reyes: y es que, no habían tenido todavía ningún hijo para ceder al rey en el trono. Por eso, cuando la reina se quedó embarazada, y anunció a su marido que estaba embarazada, el rey se puso contentísimo. Se hicieron fiestas en palacio y todos se encontraban absolutamente felices.

El caso es que el día que la reina dio a luz, tuvo una niña, la reina empezó a tener hemorragias que no eran capaces de cortar los médicos de la corte y la reina empezó a morir poco a poco. Empezó a desangrarse y a morirse poco a poco. Antes de morir le dijo a su marido, que estaba a su lado y le cogía la mano (todo era muy tierno porque se querían mucho), que ella sabía que él se tenía que volver a casar para tener un heredero varón para el trono porque sólo tenía una niña, pero que le iba a poner una condición para el matrimonio: y es que, se tenía que casar con una mujer que fuera más bella que ella. El rey se lo prometió en su lecho de muerte y la reina murió. El rey se quedó muy triste, se consolaba con su hija pequeñita.

Iban pasando los años y el rey seguía triste, seguía echando de menos a su esposa, pero los consejeros le dijeron que se tenía que volver a casar porque necesitaban un heredero varón para el trono y que para eso tenía que volver a casarse, tener otros hijos y que uno de sus hijos reinara.

Al rey no le hacía mucha gracia, pero como sabía que eran sus deberes de gobierno... Bueno, pues entonces lo que hizo fue decir eso: “Bueno, pues me casaré. Vamos a buscar una mujer que sea tan bella, o más bella, que mi esposa”. Mandó llamar a todas las princesas, mandó que mandaran fotos y dibujos de las princesas de otros países, para ver cuál era la princesa más bella y con qué princesa se podía casar. Todas las princesas que mandaban retratos, y eso que los retratos suelen ser idealizados y suelen salir más guapas de lo que son, pues en todos los retratos las princesas eran más feas que la reina. Así que el rey las despreciaba a todas porque no eran más bellas que su mujer.

Y así iban pasando los años. Cuando acabaron las princesas empezaron por las mujeres de la corte de todos los países y no encontraron a ninguna mujer que fuera más bella que la reina. El rey ya estaba un poco desesperado, entonces, se dedicaron a buscar por las ciudades a ver si había alguna mujer que fuera más bella que la reina y no encontraron a ninguna mujer que fuera más bella que la reina y se fueron a buscar por los pueblos y tampoco encontraron a ninguna mujer que fuera más bella que la reina.

A todo esto, como os he dicho, iban pasando los años, iban pasando los años e iban pasando los años. Habían pasado ya 14 ó 15 años desde que había muerto la reina y la hija del rey ya era una jovencita. Así que el rey, un día que estaba jugando y hablando con su hija la miró de otra forma, la miró ya como una mujer y se dio cuenta de que la única mujer que había en el mundo que era más bella que su esposa era su propia hija. Así que como le había hecho la promesa a su mujer de que se casaría con una mujer que fuera más bella que ella le dijo a su hija que se iban a casar.

A la hija se le pusieron los pelos como escarpias, os podéis imaginar, porque ella quería mucho a su padre, pero desde luego, jamás en la vida pensó que su padre quisiera desposarse con ella. A ella le parecía horrible eso de casarse con su padre, pero el padre insistía, insistía, insistía decía que el reino necesitaba un varón y que ella tenía unas obligaciones y que se tenía que casar con él. Entonces ella como ya no veía escapatoria, ya intentó convencerle de todas las maneras, pues le dijo: “Bien, pero te pongo algunas condiciones. Me casaré contigo con la condición de que me consigas un vestido tan dorado como el sol, otro vestido tan plateado como la luna y otro vestido tan brillante como las estrellas”, a lo que el rey le dijo: “Así será”. Entonces llamó a todos sus sabios y a todos sus cortesanos y les dijo: “Me tenéis que encontrar el hilo de oro más puro que haya, más brillante que haya porque le tenéis que hacer a mi hija un vestido tan dorado como el sol. Tenéis que buscar también el hilo de plata más fino que haya, más brillante que haya y más bello que haya porque le tenéis que hacer a mi hija un vestido tan plateado como la luna. Y tendréis que buscar la forma de hacer hilo de diamante porque le tenéis que hacer a mi hija un vestido tan brillante como las estrellas”.El caso es que los sabios se pusieron a buscar el oro más fino del mundo, la plata más fina del mundo y los brillantes más maravillosos del mundo y la forma de convertirlos en hilo.

Después de un año, le entregaron al rey el vestido tan dorado como el sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante como las estrellas. Cuando él se lo entregó a su hija, la hija que pensaba que su padre iba a tardar mucho más en conseguirlo, se quedó asustadísima porque pensaba: “Ahora me toca casarme con mi padre”. Entonces, se le ocurrió una última idea y le dijo: “Bien, pero estos vestidos son para fiesta y yo tengo un capricho que quiero que sea mi regalo de compromiso. Mi regalo de compromiso tiene que ser un vestido que esté hecho con toda clase de pieles. Con un trocito de piel de todos los animales que existen en el mundo”. A lo que el rey le dijo: “Así será”. Entonces, volvió a llamar a sus súbditos, a sus consejeros y les pidió que cazaran, todo el mundo, animales para que le enviaran un trocito de piel de cada uno de los animales y hacer un abrigo con toda clase de pieles.

Pasaron dos años y el abrigo estuvo confeccionado. Era un abrigo muy grande, era un abrigo que llegaba hasta los pies, que tapaba completamente a la princesa, como además hay muchos animales tenía mucho vuelo el abrigo. Pero además, tenía una capucha enorme con la que se podía cubrir, prácticamente, completa. Era un abrigo raro, pero a la vez el abrigo era muy bonito. El rey se lo entregó a su hija, a la princesa.

La princesa cuando vio que su padre había cumplido todas las condiciones que ella pensaba que iban a retrasar el matrimonio y que se tenía que casar, se metió el día de antes de la boda en su habitación, cogió un saco donde metió los tres vestidos: el vestido tan dorado como el sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante como las estrellas, se puso su abrigo de toda clase de pieles, se tiznó la cara, se tiznó las manos, que era lo único que quedaban al aire, recogió su pelo que era largo y rubio precioso y brillante, casi tanto como el sol, lo recogió para que no se le viera debajo del abrigo y se escapó.

Se fue al bosque a buscarse la vida. Las primeras noches durmió en el bosque, pasó mucho frío, se subía en los árboles, algunas noches encontraba una cueva. Ella todo lo que quería era alejarse del reino de su padre. Como además en estas épocas no había fronteras físicas, ella no sabía cuánto de lejos estaba, sabía que había caminado tantos días y tantas noches, pero no sabía si todavía su padre la podía encontrar. Porque además como era rey podía mandar a gente a buscarla, pues ella estaba aterrorizada y sólo quería huir, huir y huir, por eso, seguía caminando, seguía caminando y seguía caminando y escondiéndose por donde podía.

El caso es que un día estaba caminando por el bosque y de repente escuchó ruido de caza: oyó perros, oyó caballos, por lo que se escondió en un árbol, se tapó muy bien con el abrigo y se escondió en un árbol. Ella ya estaba, también, un poco desmejorada porque había comido durante todo ese tiempo lo que había encontrado, estaba sucia pues de vez en cuando encontraba un río y se limpiaba un poco, pero le daba mucho miedo quitarse el abrigo y que todo el mundo viera su pelo y que la vieran a ella porque cualquiera la podría reconocer como la hija del rey del país de su padre, entonces, intentaba lo menos posible llamar la atención. Olía mal después de tantos días, de muchos meses... porque ella llevaba caminado mucho tiempo y se escondió en un hueco que había en un árbol cuando oyó la caza. Pero uno de los cazadores que se bajó para hacer sus necesidades vio unas pieles en un árbol y pensó que allí había un animal y cuando le fue a disparar ella le dijo: “¡No, no, no, no me mates por favor, no me mates! Que soy humana, soy humana”

            - ¿Y quién eres?

            - No lo sé, no lo recuerdo, solo sé que vivo como un animal asustado. Por favor no me mates, déjame seguir.

Entonces, el cazador cuando la vio, que era casi una niña aunque estaba muy sucia y hecha un asco, pues le dio pena y la subió a su caballo y la llevó a un palacio. A un palacio de otro reino. Ella, evidentemente, sabía que no era el palacio de su padre con lo cual se quedó ya un poquito tranquila.

Como ella no decía quién era, ella no decía cómo se llamaba... de hecho, cuando le preguntaban cómo se llamaba decía: “Mi nombre es toda clase de pieles”, no quería decir su nombre, no quería decir nada, sólo decía que se llamaba Toda clase de pieles. Pues entonces, la llevaron a las cocinas para que ayudara allí al cocinero en los fogones y tal. Ella que en su vida había estado en las cocinas se puso a limpiar, se puso a fregar, se puso a cocinar, aprendió a hacer cosas... y el cocinero, que al principio, no le hacía ninguna gracia que hubiera alguien allí trabajando con él, pues la fue cogiendo cariño, la trataba como a su hija. Pero ella siempre iba tapada con el abrigo de toda clase de pieles, que ya estaba hecho un asco, iba siempre tapada con el abrigo de toda clase de pieles. Siempre iba con el pelo recogido para que no le vieran el pelo, que ella luego por las noches se lo peinaba porque era lo que más le gustaba de ella misma, pero luego lo recogía para que nadie lo viera y vivía en las cocinas.

De vez en cuando, veía al príncipe de aquel país, que era un chaval joven, muy guapo, muy atlético, muy atractivo, divino de la muerte. Ella lo miraba desde las ventanas de las cocinas, pero nunca se había acercado a él, nunca había podido hablar con él ni nada. Ella lo veía y se iba enamorando de él poco a poco.

El caso es que llegó el momento de que los reyes de este país decidieron que el príncipe debería tomar esposa y como se hace en los cuentos y como se hacía antiguamente en los palacios le hicieron unos bailes para que el príncipe seleccionara, de entre todas las princesas de los reinos vecinos, a la que iba a ser su esposa. Se decretaron tres días de bailes.

La primera noche de baile ella había tenido mucho trabajo porque había una fiesta, había muchos invitados y había que hacer muchas cosas en las cocinas y ella había estado trabajando todo el día. Cuando ya estaba prácticamente todo hecho, ya habían cenado y ya lo que quedaba era el baile y lo que estaban bebiendo los invitados, ella le dijo al cocinero que si le dejaba, por favor, asomarse un poquito por la puerta del salón porque nunca había visto un baile y quería ver cómo eran los bailes de palacio. Entonces, el cocinero le dijo: “Bueno, pero no tardes mucho y que no te vea nadie, por favor, que me voy a llevar una bronca”, a lo que ella le contestó: “No te preocupes, no te preocupes”. El caso es que se fue corriendo a su habitación, se lavó, se quitó la tizna de la cara, se peinó el pelo y se puso el vestido tan dorado como el sol y salió al baile.

Cuando llegó al baile le príncipe la vio y nada más verla, sólo existía ella. No le hizo caso a las demás princesas, estuvo bailando con ella toda la noche y cuando ella vio que ya el baile iba terminar, se despidió del príncipe y le dijo que se tenía que ir corriendo, y salió corriendo, prácticamente, como Cenicienta y se escondió en su habitación. Se quitó el vestido, se volvió a poner el abrigo de toda clase de pieles, se tiznó las manos  y la cara, se recogió el pelo y bajó corriendo a las cocinas.

Cuando llegó a las cocinas, el cocinero la empezó a regañar y le dijo: “Oye, perdona, pero es que te dicho que fuera poquito tiempo y resulta que esto está terminando, el príncipe va ahora a sus aposentos, quiere que le lleve su sopa y yo como he tenido que hacer las cosas que tú no has hecho, no he podido hacer la sopa, así que te pones corriendo a hacer la sopa del príncipe”. Entonces ella se puso corriendo a hacer la sopa del príncipe y le puso lo mismo que el cocinero le ponía más un ingrediente que ponen las madres: mucho amor. Cuando ella había huido de casa de su padre, lo único que llevaba además de lo que había cogido, era un colgante que siempre llevaba puesto, que había pertenecido a su madre en el que había tres joyas de oro. Una de ellas era una maqueta en pequeñito de oro de una rueca de hilar. Otra era una maqueta en pequeñito de una devanadera, que es donde se pone la lana para luego sacar las hebras y poder coser. Y lo tercero que llevaba colgado en la cadena de oro era el anillo de boda de su madre. Esto ella lo llevaba siempre colgado al cuello por dentro de la ropa, siempre. Así que, cuando terminó de preparar la sopa y la puso en el cuenco, se quitó la cadena y echó dentro de la sopa la rueca de hilar, la echó dentro y se la llevó al príncipe. Entonces, llegó y le dio la sopa al príncipe, se despidió y se fue. El príncipe se empezó a tomar la sopa, se empezó a tomar la sopa y la sopa se supo a gloria, pero cuando ya iba llegando al final se dio cuenta de que había una pieza de oro y le sorprendió que a alguien de las cocinas se le hubiera podido caer un adorno de oro, y además de mujer porque un hombre no lleva colgado una rueca de hilar, en su sopa. Entonces, bajó a la cocina y le preguntó al cocinero (ella ya se había ido a su habitación): “¿Quién ha hecho hoy la sopa?”, a lo que el cocinero le respondió: “Yo, majestad, la he hecho yo”.

            - ¿Seguro?.

            - Sí.

            - Es que sabía distinta...

            - No estaría mal, ¿no?, es que he tenido mucho que hacer.

            - No, no, no, estaba mucho más buena que de costumbre. Bueno pues nada, serán        imaginaciones mías.

Y se volvió a dormir.

La segunda noche de baile, ocurre exactamente lo mismo, lo que pasa que la segunda noche, la princesa en vez de ponerse el vestido tan dorado como el sol, se puso el vestido tan plateado como la luna y se va a bailar con el príncipe. El príncipe en cuanto la vio se fue corriendo y le dijo: “¿Dónde estabas?, ¿pensé que no ibas a venir?, ¿cómo llegas tan tarde?. Quédate conmigo que te quiero elegir a ti como esposa”. La princesa estuvo bailando con él, tonteándole todo lo que pudo, pero cuando vio que estaba terminando el baile hizo lo mismo que la noche anterior: salió corriendo para las cocinas, dejando al príncipe totalmente colgado. El cocinero le dijo: “Oye que hagas tú hoy la sopa que ayer le gustó mucho”. Ella le hizo la sopa al príncipe. Le volvió a poner mucho amor y además le añadió la medallita, el colgantito de la devanadera y la echó dentro del cuenco de sopa. Se la llevó al príncipe. Entonces, ella se inclinó, le dio la sopa al príncipe, porque los sirvientes no miran a los príncipes a la cara y el príncipe cogió la sopa, se la comió y bajó a las cocinas. Allí dijo: “¿Quién ha hecho hoy la sopa?”, a lo que el cocinero le contestó: “Yo, majestad”.

            - ¿Seguro?

            - Sí, ¿estaba mal?

            - No, no, estaba estupenda la sopa. Bueno, pues nada, adiós, adiós.

La tercera noche del baile, la princesa le volvió a pedir permiso al cocinero para ir y se puso el vestido tan brillante como las estrellas. Vamos, que se pone directamente vestida para matar y se va al baile. Cuando llega al baile, se pone a bailar con el príncipe. El príncipe que no quería que la princesa se fuera, y además, quería casarse con ella, en un momento en el que la estaba entreteniendo, como hacen los magos como Juan Tamarit, deslizó en unos de los dedos de ella, uno de sus anillos y lo dejó ahí. La entretenía para que no diera cuenta de que le había puesto un anillo. Ella estuvo bailando con él y cuando llegó la hora de marcharse a las cocinas, se despidió del príncipe y salió corriendo. El príncipe intentó retenerla, ella le empujó y salió corriendo. Pero esta noche, como el príncipe la había retenido más tiempo, se hizo más tarde.

Entonces, ella llegó a su habitación corriendo y encima del vestido se puso el abrigo de toda clase de pieles, tuvo cuidado de meterse el pelo por debajo del abrigo para que nadie la viera y se tiznó, rápidamente, la cara y las manos. Pero lo hizo tan rápidamente que hubo parte de las manos que no se tiznaron. Se fue a las cocinas, le preparó la sopa al príncipe y fue a llevársela.

 
Cuando entró y fue a darle la sopa al príncipe, el príncipe pasó por detrás de ella y cerró la puerta de su habitación. Y le dijo: “Prefiero que te quedes para que te lleves tú el plato de sopa. Quédate aquí mientras yo me la como”. La princesa esta vez se había jugado un órdago a grande porque lo único que le quedaba por echar en el platito era el anillo de boda de su madre, un anillo de oro, que es, evidentemente, símbolo de compromiso. Estaba aterrada de que el príncipe la reconociera, la despreciara o... Estaba allí esperando a que el príncipe se comiera la sopa. El príncipe si iba comiendo la sopa super despacio diciéndole: “Uy, pero que bueno está esto”,  “¿Qué tendrá esta sopa?”, “Qué bien cocina el cocinero últimamente”, “Uy, lleva tres noches haciéndome una sopa maravillosa”... Y la otra allí, muerta de vergüenza, mirando para abajo, hasta que por fin llega al final de la sopa y le dice: “Es curioso porque el otro día encontré una medallita y ayer encontré otra y hoy... ¡uf! Me he encontrado un anillo”. Él se iba acercando a ella y ella se iba alejando. Y él acercándose y ella alejándose hacia la puerta. Entonces el príncipe le dijo: “¿Tú sabes lo que es esto?”, y ella, que no debía mirar al príncipe a la cara ni debía contestarle porque era una sirvienta, asintió con la cabeza. Entonces, el príncipe que llevaba en la mano el anillo que había encontrado en el plato de sopa, cogió la mano de ella y le dijo: “pues es el compañero de este”, mientras le enseñaba el anillo que le había puesto a ella en el dedo, y le dijo: “Sé que has estado escondida en las cocinas, pero también sé que no eres una fregona porque no hay ninguna fregona en el mundo que tenga esa cara y ese pelo”. Le quitó el abrigo y le dijo: “No sé quién eres ni me interesa, me da igual que seas rica o que seas pobre, que vengas de donde vengas, lo único que sé es que quiero que seas mi esposa y espero que me aceptes”, a lo que ella le respondió que sí, se intercambiaron los anillos, se casaron y fueron felices por siempre.