lunes, 31 de enero de 2011

Reflexión sobre el artículo: El nonsense, un arma contra las mentes cuadradas

Antes de nada, quiero decir que en la publicación anterior está el artículo de Consuelo Armijo, El “Nonsense”, un arma contra las mentes cuadradas, que a continuación analizaré, porque me ha parecido un artículo fascinante. Lo quiero tener en mi blog para que no se me traspapele o lo pueda perder de alguna otra forma. Desde el primer renglón del mismo, me tiene enganchada.

El género literario conocido por nonsense (literalmente significa “sin sentido”), cultivado por Lewis Carroll, es en lo que se basa la autora de este artículo.

Bajo el pseudónimo de Lewis Carroll, es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson (1832 - 1898). Diácono anglicano, lógico - matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido, sobre todo, por su obra Alicia en el país de las maravillas.

Este artículo invita a la reflexión sobre aquello que sabemos que sucede porque lo hemos visto o porque alguien que sabe nos lo ha contado, pero que la mayoría nunca nos hemos preguntado el porqué sucede eso. Que una montaña eche fuego o que surja un manantial es algo que aceptamos sin más, pero no nos paramos a pensar porqué pasa eso.

Sin embargo, nos alarmamos cuando un niño pinta un cielo rosa o un sol verde. Si no hubiera habido nadie que se hubiera opuesto a la idea, ya aceptada por todos, de que la tierra era plana, hoy no sabríamos que es redonda. Lo mismo hubiera ocurrido si nadie hubiera pasados horas y horas mirando al horizonte, viendo la puesta de sol. Hoy pensaríamos que el sol va y bien según le apetece.
Si al mismísimo Newton no se le hubiera caído una manzana en la cabeza, no sabríamos que es eso de la gravedad: las cosas se caen hacia abajo porque sí, y punto.

Todo lo que sabemos ahora, se lo debemos a personas que dedicaron mucho tiempo de su vida a pensar el porqué de las cosas.

Sabemos que el sol siempre está ahí, y que es la Tierra el planeta que se mueve, y no al revés como nuestros antepasados han estado pensando. Sabemos que es así porque en el colegio e instituto nos lo han dicho, pero... como bien lo dice la autora del texto, nosotros no nos movemos pero sí que vemos que el sol viene y se va.

No sabemos si lo que se nos dice en la escuela y en la televisión es verdad, simplemente nos lo creemos, pero puede ser que no sea así la realidad, que dentro de años se descubra que lo que ahora nos parece normal por una razón específica, se investigue y cambie.

Estoy de acuerdo con Consuelo Armijo, los niños son capaces de nadar en el océano de lo imposible. Debe de ser que esta imaginación característica de los niños la vamos perdiendo según nos hacemos mayores, ¡pues qué aburrimiento el hacerse mayor!.

¿Quién nos dice que dentro de muchos años (por adaptación al medio como Chari Melero dice) los delfines no hablen? Me imagino que hace miles de años era inimaginable que un ser vivo como otro cualquiera pudiera hablar. “¡Los perros no hablan, los perros ladran!”, pues a saber cómo hablaban nuestros antepasados... ¡Tenemos que ver más allá de nuestras narices!

Muchos maestros corrigen a sus alumnos por pintar el cielo rosa. Aunque, bueno, el cielo no es siempre azul, también puede ser rojo o rosa cuando pierde fuerza, y por las noches es negro. Tengo una vecina que tiene tres años, y hace poco me la traje a casa para estar un rato con ella, estuvimos jugando, merendando y demás. Le propuse que hiciéramos una ranita móvil, y la niña aceptó con mucho entusiasmo. La niña sólo utilizaba el color verde para pintarla, hasta que yo cogí el color naranja para pintarle una pata. Bueno, bueno, se le quedó una cara de: ¡qué haces, las ranas son verdes! espectacular. Al final la niña se animó y dejó una rana de lo más creativa, ¡la rana de Cristina era multicolor! ¿Y qué pasa? ¿Qué sólo hay ranas verdes? ¡Pues no! Además, los niños deciden cómo colorear, que para eso son sus creaciones.

Conozco otro caso, el del hijo de mi jefa. Estas navidades propusieron en su cole hacer un belén viviente por cada clase, para que luego se decidiera cuál era la clase ganadora. Finalmente la clase que ganó fue la de Dani, que así es como se llama este niño. Su maestra les propuso cómo querían hacerlo, y fueron los niños los que decidieron hacer un belén viviente pero de lo más original: estaba la virgen María, San José, el niño Jesús, los angelillos, los pastorcillos... ¡pero todos eran astronautas!. Yo quiero ser una maestra así...

Poco vamos a adelantar si no nos preguntamos por el porqué de las cosas, que es la idea principal que se extrae de este singular artículo. Acaba con una reflexión, que viene a decir que deberíamos acostumbrar a las nuevas generaciones al nonsense: pues puede ser a ellos a los que se les ocurran nuevos inventos o nuevas explicaciones, impensables por el momento, a lo que en la actualidad pasa porque sí, y punto.

Yo quiero acabar mi reflexión diciendo que este artículo explica el porqué me fascinan tanto los niños. ¡Yo de mayor también quiero ser como ellos!

El "Nonsense", un arma contra las mentes cuadradas

EL “NONSENSE”, UN ARMA CONTRA LAS MENTES CUADRADAS

CONSUELO ARMIJO   (CLIJ, 45, 28-31)

El género literario conocido como nonsense, cultivado por Lewis Carrol, supone para la autora una manera inmejorable de ensanchar el espacio mental del lector y de sondear las infinitas posibilidades imaginativas que lo tenido por imposible encierra en sí.

¡Las voces que oímos en sueños! ¡ Un manantial que surge! ¡Una montaña que echa fuego! ¡Qué maravilla! Pero ¿comprende la mayoría de la gente por qué sucede todo esto? ¡Claro que no! La vida está llena de sucesos extraordinarios, de nonsense. Mas esta clase de nonsense pasa de verdad. La gente los ha visto, los ha experimentado, o los ha leído en los periódicos. Tienen la certeza de que sucede y eso parece bastarles para aceptarlos sin más. Este comportamiento es sin duda muy corriente. Durante cientos y cientos de años de han caído las cosas al suelo, ¡oh, misterio!, pero tuvo que dar la casualidad de que al “excelente” Newton se le cayera una manzana en las narices y se preguntara su “porqué”, para que se descubriera la fuerza de la gravedad.

          Sin embargo, hay muchos mortales que no han descubierto la fuerza de la gravedad (bueno, de eso ya han perdido su oportunidad, pero lo que quiero decir es que seguramente no descubrirán nada en su vida), muchos que aceptan como la cosa más natural que los volcanes echen fuego, pero que sin embargo rechazan todo lo que no pasa, no ven sus ojos, o no llegan a comprender sus mentes. Me parece que cometen un error. Hay que estar abierto a todo, porque, ¿qué cara pondrían nuestros tatarabuelos si les dijéramos que apretando un botón podemos ver y oír a un señor que a lo mejor está hablando en Rusia. Además, nosotros podemos ver, nos pueden parecer, nos pueden enseñar muchas cosas, pero...

            La puesta de sol, ¡qué romántica! Sin embargo, no es el sol el que se pone. Bueno, claro, eso lo sabe todo el mundo, lo acepta todo el mundo, nos lo enseñan los profesores del colegio, lo confirman los científicos y demás créme de la intelectualidad. Pero durante muchos años los profesores, científicos y demás créme de la intelectualidad estuvieron sosteniendo lo contrario, y si no hubiera habido alguien capaz de rechazar esas doctrinas todavía seguiríamos creyendo que el sol se va.

            ¡Vaya usted a saber los disparates que nos pueden estar transmitiendo la créme de la intelectualidad hoy en día; lo que nos pueden engañar nuestros ojos, que ven con toda claridad cómo el sol se marcha (por el oeste, para más señas); las atrocidades que lo que llamamos “lógica” nos puede hacer creer, o casi peor, las maravillas que nos está ocultando!

Verdades cuestionadas


            No es verdad todo lo que vemos o nos enseñan, ni imposible lo que no vemos ni comprendemos.

            Pero para aceptar esto hace falta cierta amplitud de mente, cierta imaginación. Y, ¿cabe más amplitud de mente que aceptar la idea de que un gato sonría y vaya desapareciendo poco a poco hasta sólo quedar flotando en el aire su sonriente dentadura? (Lewis Carrol, Alicia en el país de las maravillas). ¿Cabe más imaginación que el saber bucear en el inmenso océano de infinitas “posibilidades” de lo tenido por “imposible”?

            Sin duda los niños se sienten mejor en este océano de los adultos. Quizá la vida nos vaya cuadrando la mente. De tanto ver el cielo azul hay quien rechaza la sola idea de que pueda ser rosa, ni siquiera en ese mundo de papel y pensamiento que es un libro (en este caso un libro de ficción, claro está), aunque no tenga la menor idea de por qué es azul y por qué no puede ser rosa, y yo los recomendaría enorme prudencia antes de aferrarse tercamente a la idea de que el cielo es azul, todo azul y nada más que azul, ya que al oscurecer, cuando el sol pierde fuerza, se pone rojo y a veces hay cachos ¡rosa! ¡ah!, y por las noches tiende al negro.

            En el mundo del nonsense las ideas establecidas (lo tenido por natural) se tambalean, y en cierto modo se cuestionan.

            Por ejemplo, cuentos como El gato con botas, Los siete cuervos, El lobo y los cabritos y un sinfín más, inducen al niño a pensar en la posibilidad de que los animales hablen. Y... ¡por qué no?; al fin y al cabo, ¿qué somos los hombres si no “unos animales racionales”? Pues dicen que los delfines tienen una gran inteligencia. ¿Cómo evolucionará ese animal a través de unos miles de milenios? ¿Es que decían algo nuestros antepasados, los monos? Y además...

            - Hola, hola – nos saludan los perros moviendo su rabo y también dicen tacos y “ay, ay, ay” cuando se lo pisamos (quien no sepa traducir esos ladridos que vaya al otorrino). ¿Perfeccionarán los animales su lenguaje? ¡A saber los ruidos que emitirían nuestros antepasados en la época de los saurios!

            Desde luego, bueno, a mi modo de ver, nunca se sabe, estas posibilidades no se refieren a un futuro cercano (como lo hicieron las en su día tenidas por enormes fantasías y extravagancias de Julio Verne, contenidas en De la tierra a la luna o en Veinte mil leguas de viaje submarino). Pero hay que saber ver más allá de nuestras narices, sobre todo teniendo en cuenta que aunque –a este respecto, glorioso caso- uno sea “un hombre a una nariz pegado”, toda nariz humana es extremadamente corta.

            ¡Los cuentos de hadas! ¡La varita mágica! ¡La calabaza que se convierte en carroza! Bueno, sólo el saberlo imaginar, y que alguien lo escuche o lo lea extasiado, que sepa entrar en un mundo diferente, ya es una maravilla.

            ¡Qué bonito es ver reír a un niño, porque al mover las narices Mary Poppins las camas se hacen solas, los juguetes se meten ellos mismos en los cajones y todo el cuarto queda ordenado! ¡Ah!, y esa medicina asquerosa sabe a jarabe de frambuesa. ¡Ojalá se ría mucho de esa manera!, y sobre todo, ¡ojalá conserve siempre algo de esa frescura mental!

            Ojalá que más tarde sepa cómo hacer experimentos nuevos, que nunca ha visto hacer, y que sólo los pueden llevar a cabo aquellos que son capaces de imaginarlos. O se pregunte “porqués” que nadie le ha explicado, ya que a nadie se le ha ocurrido pensar que pudiera haber un “porqué“ de una cosa que siempre ha pasado. O, a lo mejor, sabrá imaginarse nuevas situaciones haciéndolas posibles.  Dicen que alguien vio cómo el vapor de agua levantaba la tapa de un puchero, y, ¡fijaos bien!, sin guía práctica, sin instrucciones para el uso, inventó la máquina de vapor.

Ideas tambaleantes


Poco se va a adelantar ateniéndose únicamente a que uno y uno son dos, aunque, eso sí, parece una teoría muy segura. Sin embargo, ¡hasta eso se puede tambalear! Porque vamos a ver, ¡qué sumamos?; por ejemplo, ¿un kilo de leña y otro kilo de leña?; muy bien, pero dentro de cientos de años esa leña no existirá (aunque no la quememos); su continuo desgaste la habrá convertido en polvo, y eso no se hace de golpe. Cada momento que pasa, parte de esa leña está dejando de ser leña, aunque nuestros pobres ojos no lo sepan apreciar. Entonces ¿qué sumamos?: ¿un kilo de leña de leña menos una billonésima de kilo de leña, más otro kilo de leña menos siete billonésimas? ¡Imposible de precisar! Además, la leña seguirá su desgaste, invalidando a cada instante la suma, y ese desgaste afecta a toda materia. En otras palabras, no existe una absoluta unidad, aunque nuestros pobres ojos no sean capaces de apreciarlo, como tampoco ven cómo nos crece el pelo día a día, instante a instante. Nuestros sentidos nos engañan. Sobre todo hay que tener en cuenta que no tienen suficiente precisión para valores universales.

Y eso sin meternos en mayores filosofías, como ¿quién viene antes, el huevo o la gallina?

Ante nuestros parcos conocimientos, el mundo en que vivimos es un completo nonsense, ¡aunque lo veamos todos los días! Así que no está mal acostumbrar a la joven generación al nonsense, ya que, a lo mejor, la solución a todo este tinglado nos puede parecer ahora tan disparatada como a nuestros amigos antepasados les parecería la idea de ver a un señor que está a miles de kilómetros con sólo apretar un botón, o que la tierra es un diminuto planeta, de una estrella catalogada como “enana amarilla”. Una pequeña estrella entre los miles de millones de estrellas de una de las innumerables galaxias.

Comparación de perspectivas: "Entre hadas y brujas" y "La madre oculta"

A continuación, analizaré y compararé dos artículos que tratan sobre las hadas y las brujas. El primero, bajo el título “Entre hadas y brujas”, está escrito por Teresa Durán; y el segundo, que lleva por título “La madre oculta”, por Gerardo Gutiérrez.

Ambos comienzan diciendo que las hadas y las brujas son personajes femeninos de la literatura tradicional, de los cuentos folclóricos, aunque para Teresa Durán ninguna de las dos son los personajes protagonistas ni principales de éstas, mientras que para Gerardo sí que lo son.

Teresa Durán empieza el artículo haciendo una distinción entre los cuentos tradicionales y los cuentos populares. Como ya sabemos, los cuentos tradicionales o folclóricos no tienen un autor definido. Su autor es el propio pueblo por lo que una de sus principales características es la transmisión oral del mismo con sus lógicos cambios y transformaciones, producto de pasar de boca en boca de generación en generación. En cambio, los cuentos populares sí que tienen un único autor propio, y se caracterizan por su popularidad, por ser muy famosos. En ocasiones, es entendible que creamos que algunos cuentos de autor son folclóricos, pues llevan tanto tiempo siendo conocidos que se piensa que su autor es el pueblo. Es el caso del “Patito feo”. Ésta es una creación de Andersen, pero lleva tanto tiempo siendo popular que muchos afirman que se trata de un cuento tradicional / folclórico.

Según Teresa Durán, una de las características que diferencian a las hadas y a las brujas, es que las hadas nacen (si es que nacen) siendo hadas y mueren (si es que mueren) siendo hadas. Bien es cierto que no se sabe ni su origen ni su final, pero tampoco importa, pues lo que realmente nos interesa es su ser. (Tiempo atrás publiqué una entrada sobre el origen de las hadas, por si os interesa os dejo el enlace: http://literaturainfantil-quitaqueahoraleoyo.blogspot.com/2010/12/origen-de-las-hadas.html). Mientras tanto, las brujas se hacen brujas. Sí, ellas nacen siendo mortales como lo hacemos todos nosotros, lo que ocurre es que ellas, por su propia voluntad, deciden hacerse brujas. Para ello, necesitan aprender los secretos de la brujería a través de su maestro: nada más y nada menos que el mismísimo Diablo, aunque también se ayudan y se enseñan pequeños trucos entre ellas.

El hecho de que las brujas necesiten iniciarse en la brujería y aprender, las convierte en seres frágiles y vulnerables.
En el artículo “Entre hadas y brujas”, se dice que ambos personajes de los cuentos maravillosos tienen dones. Estos dones son muy parecidos en unas y en otras: filtros, brebajes, pócimas, alfileres, capas, etc. Entonces, ¿por qué las hadas son buenas y las brujas malas? Porque las hadas no ganan ni pierden nada con sus dones, ni castigo ni beneficio, mientras que las brujas sí. En definitiva, seguimos esta creencia popular: “Me hizo bien, luego es un hada; me hizo mal, luego es una bruja”.

La mujer en los cuentos maravillosos es muy importante, y desempeña tres papeles: princesa (representadas por las hadas), madre y madrastra (representadas por las brujas). Las princesas simbolizan lo bello e inalcanzable que se da durante la adolescencia. El rol de la madre es breve e irreprochable, querido por todos. Su función es la de engendrar y dar a luz. Una vez que cumple su función, desaparece de la historia y es cuando la sustituye la madrastra. La madrastra simboliza el dolor y la impotencia de luchar contra el paso del tiempo. A diferencia de la madre, la madrastra no es querida por nadie.

El hada está mucho más cerca de las princesas, mientras que las brujas lo están de las madrastras, pero ambas participan en el viaje iniciático del o la protagonista: paso de ser niño a ser adulto, solo que las primeras antes, y las segundas después. Son la cara y la cruz, la letra Alfa y la Omega.

Para Gerardo Gutiérrez, tal y como aparece en su artículo “La madre oculta”, ambos personajes principales de la literatura tradicional, según él, las hadas y las brujas, son representaciones de la madre.

En muchas historias literarias, la madre desaparece, ya sea porque muere o porque se va de viaje, y es sustituida por la madrastra: hadas o brujas con las que el niño - protagonista se encara y resuelve una serie de conflictos.

Gerardo Gutiérrez se basa en las investigaciones realizadas por el ruso Propp. Recordemos que fue este el primero en descubrir que en todos los cuentos de hadas o cuentos maravillosos se da un viaje iniciático.

Propp distinguió tres formas distintas de maga: la maga donante, que es la que ayuda al héroe y le regala objetos mágicos, la maga raptora, que es la que rapta a los niños, y la maga guerrera. Según Gerardo, es en la maga donante donde encontramos reflejado el papel de hada, y en la maga raptora a la bruja.

Pues bien, es en el viaje iniciático donde la maga juega un papel fundamental en la historia: el niño sufre la transformación de niño a adulto por la intervención de la maga raptora (bruja) ayudado por la maga donante (hada).

Por último, creo importante destacar en esta reflexión, tal y como lo hace Gerardo Gutiérrez, que a diferencia de lo que piensa Teresa Durán, la maga es una representación materna bastante singular, pues es sólo madre, pero nunca esposa, ni en el presente ni en el pasado.




Reflexión Bloque V: Rincón de lectura y animación

En el quinto bloque de esta asignatura, que lleva por título El rincón de lectura y animación, hemos profundizado en este tipo de rincón, que debería haber en todas las aulas de Infantil. Hemos visto varios ejemplos de cómo organizarlo y se nos han dado muchos consejos para el buen funcionamiento de este.

 

Quisiera empezar esta reflexión recordando la diferencia entre lo que es una biblioteca de aula, y lo que es un rincón de lectura. Vamos allá:

 

La biblioteca de aula es un lugar físico del aula, que se encuentra al alcance de los educandos y que está destinado al almacenaje de libros con el fin de que puedan ser manipulados, leídos… incluso llevados a casa. Dicho lugar debe estar acondicionado a la edad, a las necesidades y a los intereses de los sujetos de dicho aula. En cambio, el rincón de lectura es el espacio del aula destinado a la lectura de diferentes soportes literarios (cuentos, tebeos, periódicos…), ya sea por parte del educador o de los educandos. Este espacio debe estar bien ambientado y sobre todo organizado, para cubrir las necesidades de los alumnos.

 

Biblioteca de aula                                                Rincón de lectura


Lugar físico del aula donde se almacenan los libros

Espacio del aula en el que se lee

 

Independientemente de que el centro trabaje por proyectos (diferentes rincones) o no, en todos debería dedicarse un espacio del aula a la lectura, con cuentos de diferentes temáticas que los niños pudieran utilizar, tanto para trabajar como para disfrutar.

 

Algunos de los objetivos del rincón de lectura son:


·         Crear el hábito de lectura.


·         Poder manipular los cuentos y demás soportes literarios: leerlos, tocarlos...


·         Divertirse con la lectura. Que los niños sepan que leer es muy divertido, muy gratificante y que provoca muchos y muy diversos sentimientos: alegría, pena, etc. Los maestros tenemos que ser conscientes de que cuando les leemos un cuento es para que disfruten, que lo entiendan como un regalo. Por este motivo, el rincón de lectura tiene como fin que los niños disfruten.


·         Otro fin del rincón de lectura es conseguir un acercamiento emocional y afectivo a la lectura. Este acercamiento ha de ser gratuito. Tenemos que dejar a los protagonistas de la escuela que disfruten de la lectura, luego si queremos, les preguntamos, pero primero que disfruten.


El rincón de lectura nace con la L.O.G.S.E. (1990), anteriormente, ninguna legislación educativa se preocupó por la lectura. Por estos tiempos, las estadísticas indicaban que la mayoría de los jóvenes acababan sus estudios y no volvían a abrir un libro. Esto preocupó al gobierno, por lo que se lanzaron numerosas campañas de fomento a la lectura.


Algunos de estos spots publicitarios de fomento a la lectura son:


Para barrer con el aburrimiento, lee un libro:

http://www.youtube.com/watch?v=02-f8sRfqTY&NR=1

Para protegerte de la ignorancia, lee un libro:

http://www.youtube.com/watch?v=CkhimYeKaHE&NR=1

Leer te da más, José Santiago:

http://www.youtube.com/watch?v=1oWkHCk07J0&NR=1

Leer nos diferencia, Comunidad de Madrid:

http://www.youtube.com/watch?v=BvyVm37f6JU

Si tú lees, ellos leen:

http://www.youtube.com/watch?v=QuWWWrWCQZg

Cuida tu cabeza:

http://www.youtube.com/watch?v=DEOdhvAD6zI&feature=related

 

Lo que no podemos hacer, y más en edades tan complicadas como la adolescencia, es obligar a alguien a leer, porque cuando te obligan a hacer algo, acabas odiando ese algo. Creo que todos tenemos alguna experiencia que contar sobre esto...

 

Si como maestros de Infantil fomentamos el hábito lector, hacemos conscientes a nuestros alumnos de las ventajas que tiene leer, de todo lo positivo que sacas cuando lees un libro, sin obligar en ningún momento, y lo hacemos en edades tan tempranas, será mucho más fácil que cuando esos niños se hagan mayores, sigan disfrutando de lo que es leer un libro, sigan disfrutando de la lectura.

 

Soy consciente de que según cómo está diseñado el rincón de lectura del aula, tiene un grado de eficacia diferente. Si este es un lugar creativo, cómodo, limpio, organizado, etc., las ganas de entrar en él para coger un cuento y mirarlo, leerlo, inventártelo serán, lógicamente, más fuertes.

 

Hay que tener en cuenta la diferencia de edad, y por lo tanto diferente estado evolutivo, de los niños de nuestra aula, porque aunque pueda parecer que un año de diferencia no es nada, es mucho. Tenemos que partir de los intereses y gustos de todos nuestros niños, para que todos puedan encontrar cuentos que les gusten. A la mayoría de los niños les gustan las historias fantásticas, vale, pero ¿y si tenemos a uno o dos niños a los que no les gusta en absoluto? ¿Les dejamos sin, al menos, un cuento del que disfrutar? No me parece que sea justo.

 

Pienso que lo ideal sería tener variedad de soportes de lectura y de muchos temas para que así puedan elegir. Por ejemplo, los pop - up (cuentos tridimensionales), suelen ir dirigidos a niños con edad inferior a los 3 años, igual que los picto - cuentos (cuentos que sustituyen algunas palabras por dibujos para hacerles partícipes de la lectura aun sin saber leer), pero si nuestra clase es de 5 años y a varios niños les sigue gustando, pues se los debemos ofrecer.

 

También sería muy buena opción que haya en nuestras aulas revistas de juguetes, de comida, de ropa, etc., así como, libros o enciclopedias de diferentes temas, como puede ser de dinosaurios o de hadas. No importa si no saben leer, no pensemos que al no saber no les van a servir para algo, pues tienen la suficiente imaginación como para inventarse lo que pone. Además, de los dibujos también pueden sacar mucho provecho.

 

También puede ser muy interesante tener cuentos en nuestra aula que desarrollen todos los sentidos, no solo la vista. Por este motivo, podemos, y de hecho debemos tener, cuentos que huelan, cuentos escritos en bayeta, cuentos tridimensionales que se puedan tocar, logo - libros, libros - juguete, cuentos con sólo imágenes para que se inventen la historia, etc. Desde luego, en mi aula habrá toda esta variedad de cuentos.

 

Es muy importante, además de que el rincón de lectura sea un lugar limpio y organizado que invite a entrar, que se encuentre en un lugar del aula con mucha luz natural, como puede ser bajo la ventana. En definitiva, que sea un lugar cálido y motivador.

 

Es también muy importante que sea cómodo para los niños. Todos los cuentos tienen que estar a la vista y a la altura de los niños para que los puedan coger. Los niños tienen que tener una zona del aula en la que disfrutar de los cuentos y demás soportes de lectura. Una buenísima opción sería que hubiera un sillón en el aula, el sillón de lectura. Aunque claro, con un ratio de 25 alumnos por aula, es prácticamente imposible juntarlos a todos en un pequeño sillón. Por este motivo, la opción que a mi más me gusta es que cada niño tenga un cojín, el cual sólo puedan coger para cuando les apetezca leer. Cuando llegue el momento de juego por rincones, o el momento de relajación de después de comer, cada niño tendrá que coger, además del cuento, su cojín para sentarse o tumbarse en la zona acolchada destinada a la lectura.

 

Soy partidaria de que los niños y niñas sean los que busquen la información que necesiten por ellos mismos. Por este motivo, en mi aula habrá cuentos para el ocio y disfrute de los pequeños, y libros de contenidos o enciclopedias de donde puedan extraer información. Éstos tienen que estar diferenciados: cuentos de ocio y cuentos de trabajo.

 

Lo ideal sería que hubiera dos o tres cuentos por niño, y no sólo uno como se hace en la mayoría de los centros. Los cuentos son caros, pero hay muchas formas de conseguirlos. Una forma es que la maestra cuente con unos cuentos propios y los lleve a clase, o que sea el propio centro el que los compre como otro gasto escolar más. Otra opción es, y personalmente a mi me ha gustado mucho, es hacer excursiones periódicas a la biblioteca municipal para que cada niño y cada niña coja el cuento que más le guste y lo lea. Como acabo de decir, me parece una opción estupenda que me gustaría llevar a cabo, pero tengo que ser realista y consciente de que hacer eso en la gran ciudad, al no ser que tengas la biblioteca al lado del centro, es una idea casi imposible de llevar a cabo. Para los centros que se encuentran en entornos rurales es sin duda, según mí entender, una buenísima elección.

 

Otra forma de conseguir cuentos sería hacerlos nosotros mismos, es decir, que los mismos niños y niñas del aula con ayuda de la maestra, fueran los encargados de elaborar libros viajeros, logo - libros, libros - juguete, etc., aunque de esto hablaremos en el bloque siguiente.

 

Otra opción sería que a principio de curso cada niño llevara un cuento al aula para compartir con sus compañeros. Cuando mis compañeras y yo tuvimos que hacer la elaboración de la biblioteca de aula y llegamos al punto de cómo conseguir cuentos, pensé que sería una buenísima idea que en la primera reunión del curso, en la que nos juntamos la maestra y los padres, se diera una conversación sobre esta cuestión. No me parece descabellada la idea de hablar con los papás y las mamás de las ventajas que tiene la lectura. Ellos, como padres y madres, quieren lo mejor para sus hijos, por lo que si tú les dices los beneficios de leer y les comentas tu propuesta, teniéndoles en cuenta en todo momentos, ellos, si no son todos lo harán la mayoría, la aceptarán. Creo que es muy buena idea proponerles a los padres que compren a sus hijos uno o dos cuentos, dependiendo de la economía familiar, que sean interesantes y apropiados para sus hijos, para que luego los compartan con los demás niños del aula. De esta forma, podemos conseguir más cuentos. Eso sí, en ningún momento se me ocurriría la idea de exigir u obligarles a comprar cuentos, sólo es una propuesta que haría en base a que todos supiéramos lo provechoso que es que en Infantil se lea.

 

La última opción que se me ocurre para la adquisición de cuentos, es intercambiárnoslos entre los diferentes niveles del mismo curso. (Letra A, B y C de 4 años, por ejemplo).

 

Es completamente entendible y de respetar que muchos padres pueden tener miedo a que se rompan estos cuentos que les compren a sus hijos. Hasta yo misma tengo cuentos de mucho valor sentimental a los que tengo mucho aprecio y no me gustaría que se rompieran. Pero si se rompen, no pasa nada. Hasta a las personas adultas más responsables y que más cuidan los libros se les pueden romper. ¿Quién de nosotros no tiene un libro que tiene la marca de lo que se estaba comiendo en ese momento, o con la tinta corrida por habérsele derramado lo que estaba tomando en ese preciso instante? Pues lo mismo le puede pasar a los niños. Eso sí, si no les damos a los niños la oportunidad de tocar los cuentos por miedo a que se puedan romper, nunca podrán aprender a cuidarlos.

 

En cuanto a dónde almacenar los cuentos de nuestro rincón de lectura, hay muchas formas: en cajas, en estanterías, en muebles, en tenderetes... Si nos metemos en Internet, podemos encontrar muchas imágenes de diferentes formas de organizar los cuentos. Pero es importantísimo, además de que estén al alcance de los niños y niñas, que se vea la portada de todos y cada uno de los cuentos. Si tenemos muchísimos cuentos en el aula, puede ser caótico, al no ser que tengamos un aula enorme, tenerlos organizados y que además se les vea la portada a todos. Además, si hay tantos no se pueden valorar. Por este motivo, es mucho mejor que los cuentos del rincón de lectura se renueven por temporadas. Y más si también vamos a tener cuentos de trabajo, para buscar información.

 

Soy completamente partidaria de hacer préstamos de cuentos, por lo menos durante el fin de semana y que así puedan compartir los pequeños con su padre un momento muy dulce.

 

Esto se hace en muchos centros educativos. En mi colegio de prácticas del año pasado, se hacían préstamos durante el fin de semana: los niños se llevaban un cuento a casa para leerlo con los papás y durante la semana lo tenían que devolver. Era la maestra la que llevaba un registro e iba repartiendo los cuentos cada fin de semana para todos los niños y niñas se leyeran todos los cuentos. De esta forma, se evitaba el conflicto: a todos se les dejaba un cuento y no tenían que decidir cuál llevarse. ¿Y qué tal si les dejamos a ellos que decidan qué cuento llevarse? De esta forma se fomentará la autonomía y habrá conflicto, pero a diferencia de los que muchos creen, éste es bueno. Se puede dar el caso de que haya dos niños que quieran leer el cuento de “Un culete independiente”, bueno, pues démosles la oportunidad de que negocien por sí solos quién se lo lleva. Claro, ahí está la maestra para mediar u arbitrar cuando por si por sí solos no llegan a un acuerdo. ¿Y qué pasa si tenemos un niño que repite dos fines de semana o más en llevarse el mismo cuento? Pues nada, que le ha gustado mucho y lo quiere volver a leer, o que no lo ha entendido del todo y quiere hacerlo. Nada, en Infantil tenemos que ser muy flexibles. Otra cosa sería que llevara un niño repitiendo muchos días en la elección del mismo cuento, y hubiera otros que también lo quisieran.

 

Se puede dar el caso de que haya algún niño que llegue el fin de semana y no quiera llevarse ningún cuento. Esto hay que respetarlo. Lo que sí que podemos hacer como maestros es motivarle o recomendarle algún cuento que con seguridad le vaya a gustar. Pero no olvidemos nunca, que no podemos obligar a nadie a leer, pues es así como empiezas odiando la lectura. Eso sí, si esta situación se repite en muchas ocasiones y con el mismo niño o niña, ya tendríamos que hacer algo.

 

Hay varios complementos para el rincón de lectura que crean el hábito. Un complemento puede ser que los niños tengan su propio carnet de biblioteca, imprescindible para sacar cuentos y llevarlos a casa. Esto les anima un montón. En este carnet tendría que aparecer el nombre del niño y una fotografía suya o una imagen representativa de él, además, puede estar hecho de cartón, o de folio o cartulina y plastificado y forrado para que no se estropee. Me parece muy buena idea que todos los cuentos del rincón tengan una fotocopia de la portada, para que los niños puedan adjuntarla en su carnet. Es además, una muy buena forma de organizar este rincón.

 

Otro complemento puede ser que cada niño del aula tenga que hacer una ficha valorativa subjetiva, no una ficha resumen de contenidos. En esta ficha podría aparecer el nombre del alumno que la hace, un dibujo representativo y que aparezca si le ha gustado, incluso, se puede decir a qué compañero se lo recomendaría. No esperemos que estas fichas sean críticas: siempre dirán que les ha gustado mucho, pero puede ayudar a aquellos niños que no se deciden o no les llama la atención ningún cuento.


 

(Ejemplo de ficha valorativa para Educación Infantil. “¿No duermes, osito?” es el título del cuento del que se hace la ficha)

 

Me parece muy buena la idea de empezar la mañana del lunes, dedicar la asamblea de este día, a comentar los cuentos que los niños se han leído durante el fin de semana.

 

Hasta el momento, hemos visto qué es un rincón de lectura, cómo puede estar organizado y cómo sacarle el máximo provecho. A partir de ahora, hablaré de lo que es la animación a la lectura.

 

La animación a la lectura surge en los años 90, con la implantación de la L.O.G.S.E., por necesidad de fomentar el hábito de lectura de los niños. Antes de esta ley educativa, el Ministerio marcaba qué cuentos tenían que leer los alumnos. La tarea de los profesores consistía en decidir qué párrafos o capítulos tenían que leer del mismo.

 

En la actualidad, en Educación Infantil, el maestro tiene autonomía absoluta a la hora de elegir qué cuentos de autor utilizar en el aula.

 

La “animación” lectora de hoy en día consiste en decir a los alumnos qué libro se tienen que leer. Con un poco de suerte, el profesor además de decir cuántas páginas tiene el libro, le puede decir de qué va. En algunos casos ni eso. ¿No desmotiva aún más a aquellos chicos y chicas a los que no les gusta leer, que le manden un libro de 600 hojas que para nada le es cercano ni le interesa?

 

Otra “animación” que se hace en la actualidad en muchos centros educativos, consiste en dar a elegir a los alumnos entre un libro u otro. Si el profesor quiere hacer esto, qué menos que le diga de qué trata cada uno para que pueda decantarse por alguno, ¿no?. Ninguna de estas dos opciones es animar como tal.

 

En muchas escuelas infantiles no hay animación a la lectura, pues son los maestros los que siempre les leen los cuentos, no dejan nunca que lo hagan por sí solos.

 

La animación a la lectura consiste en enseñar y describir cuentos de una forma atractiva, dándoles autonomía a los alumnos, para que sean ellos mismos los que decidan qué leer. Es decir, dejar con la curiosidad a los niños sobre los diferentes cuentos para que, cuando puedan, los puedan leer.

 

Por ir acabando con esta reflexión, quiero decir que un día en clase, Irune utilizó varias técnicas de animación a la lectura. Una de ellas consistió en decirnos el título de un cuento: Un dragón color frambuesa. Nosotros tuvimos que decir qué nos sugería. Entre todos sacamos un montón de ideas que me hicieron tener muchas ganas de coger ese cuento y ponérmelo a leer. Pues lo mismo les pasa a los niños, que si les picas con un cuento, querrán saber de qué va, cómo es el personaje... En definitiva, querrán leerlo. También nos enseñó el dibujo de una bruja volando con su escoba, nosotros teníamos que intentar descubrir de qué trataba ese cuento. También fue muy divertido, ¡cuánta imaginación!, para algo somos ya casi maestros...

 

¿De verdad nos cuesta mucho, o tardamos mucho tiempo, en antes de regalarles una historia a nuestros alumnos, dejarles con la curiosidad para que disfruten aún más de la misma?. Por ejemplo, el cuento de “El elefantito azul”, trata de un elefante que se pierde, pues bien, ¿y qué tal si antes de leerlo en clase, preguntamos si hay algún niño que alguna vez se ha perdido? Seguro que habrá un montón de manos alzadas, ¡Qué trastos!. Pero lo mejor de todo será que se tomarán el cuento de una forma más significativa.

 

Por último, quiero decir que este bloque también me ha encantado. De éste he sacado un montón de ideas para conseguir fomentar el hábito lector en los más pequeños. Ideas como cómo organizar los cuentos, cómo facilitar el préstamo de cuentos, cómo conseguir cuentos... Simplemente, ¡Gracias!