En este segundo bloque de la asignatura, que leva por título Los textos folclóricos, hemos continuado y profundizado más, respecto al bloque anterior, sobre qué son, qué les caracteriza... así como, hemos conocido algunos de estos que no son tan conocidos.
Los textos folclóricos no tienen autor, ni conocido ni desconocido, el autor es el propio pueblo. Estos textos también son conocidos por textos de tradición cultural, ya que la historia que encierran (real o no real) pasaba de generación en generación y de pueblo en pueblo durante los siglos con el fin de no perderse. Es de esta forma como la LOE los nombra en el currículo de Educación Infantil. Por este motivo, podemos encontrar de una misma historia folclórica tantas versiones.
Como ya sabemos, cuando leemos un texto o cuando alguien nos cuenta algo, tendemos a rellenar esos espacios vacíos que el autor del texto o el contador del mismo deja sin explicar. Eso que todos hacemos cuando rellenamos los espacios vacíos, que es completamente natural, se conoce por interpretar o por realizar inferencias. ¿Cuántas veces alguien ha venido, nos ha contado un chismorreo y luego nosotros lo hemos modificado, poco o mucho e intencionadamente o no, para contárselo a otra persona?
Lo mismo ocurre con los cuentos folclóricos que al ir transmitiéndose durante tanto tiempo y de boca en boca acaban sufriendo infinitas modificaciones, desde suprimir partes por olvido, hasta añadir aspectos que den “morbo” al asunto.
No podemos hablar, refiriéndonos a los textos folclóricos, de cuentos originales. Podemos hablar de las versiones más antiguas que se conocen, pero nunca de la versión original, y es que, no tienen un autor único. Tampoco podemos decir que obras de este tipo pertenecen a autores conocidos como Charles Perrault, o cualquier otro recopilador conocido, pues estos son, repito, recopiladores que por un motivo u otro han decidido plasmar la historia en papel pero nunca su autor.
Como antes ya he insinuado, las historias de los cuentos folclóricas pudieron ser en su día reales. ¿Esto quiere decir que la historia de Caperucita Roja ocurrió, fue real, alguna vez? ¿Qué en serio un lobo se disfrazó de abuelita para comerse a la niña? Pues seguramente, se ha investigado mucho sobre esto, de verdad ocurrió. Claro, hay que quitar todas las posibles adaptaciones fantásticas que se han dado: ¿Es tan irreal o tan absurdo que un lobo que vive en el bosque se alimente de carne? Probablemente la historia real, el chismorreo real o más antiguo fuera que en épocas de hambruna cuando los animales del bosque no tenían de qué alimentarse, aprovecharan el despiste de una jovencita que pasara por allí para alimentarse de carne.
Nos sorprenderíamos si supiéramos las historias más antiguas que se conocen sobre los cuentos folclóricos. Ahí va otra: Antes de que Perrault versionara la historia de La bella durmiente, y por supuesto mucho antes de que los hermanos Grimm y Walt Disney lo hicieran, se conoce una versión mucho más cruel de esta historia. La versión más antigua que se conoce, que no original, data del año 1634, está escrita por Giambattista Basile y lleva por título La bella durmiente del bosque. Resumiendo la historia, la protagonista de esta, una joven muchacha, se pincha un dedo con una espina de una flor mientras iba por el bosque. Ésta le provoca estar en estado catatónico, parece estar muerta pero en realidad vive y siente. Un príncipe que paseaba por ese mismo bosque y al verla presa fácil la viola. Esta violación causa en la joven un embarazo de gemelos. Tras 9 meses de gestación, nacen un niño y una niña. Su hijo, buscando el pezón de la madre para alimentarse, encuentra por equivocación el dedo con la espina clavada. El niño, al succionar, le saca la espina envenenada y de esta forma salva a la madre.
Retomando el tema de la reflexión, decir que los cuentos folclóricos no son cuentos infantiles, jamás lo han sido, a diferencia de lo que yo pensaba. Son cuentos familiares. Otra característica de estos es que son adaptativos al aula. Como maestros los podemos adaptar a nuestro grupo de alumnos, al fin y al cabo sería una versión más de las tantas que ya hay, y de esta forma convertirlos al público infantil. En próxima líneas hablaré de cómo hacer estas adaptaciones pero conservando la historia. Pero en esencia, o las versiones más antiguas, infantiles no son.
Tenemos que tener cuidado a la hora de adaptar los cuentos folclóricos a los niños y niñas de nuestra aula, tenemos que hacerlo según sus necesidades y características. Hoy en día hay muchos matrimonios con hijos que se separan y se juntan con otras parejas, es por este motivo por el que debemos no abusar de utilizar a la madrastra como el personaje malo del cuento o como la culpable, por ejemplo, de la huida del o la protagonista del cuento. Pueden sentirse identificados con el protagonista del cuento y pueden pensar que su madrastra, o padrastro, puede actuar de la misma forma negativa que la o el del cuento.
Los textos de tradición cultural tienen como objetivo entretener, y no enseñar. Lamentablemente, estamos perdiendo la costumbre de contar historias en casa, pero hace años, cuando más se contaban historias folclóricas se utilizaban para entretenerse. Estamos hablando de una época en la que la gente se dedicaba a realizar tareas agrícolas, y que cuando el tiempo no acompañaba, no tenían nada que hacer. En esta época tampoco había luz eléctrica ni mucho menos televisión ni aparatos de este tipo con el que matar el tiempo de no poder trabajar, por lo que lo único que les quedaba a las familias era reunirse para contar historias de este tipo. Por este motivo, todos, aún sin saber leer, conocían un montón de historias. Es más, en las plazas de los pueblos era muy común que la gente asistiera a ver a los juglares para conocer historias en prosa, verso o teatro.
Incluso, contar este tipo de historias era una forma de pago: para gente que tenía que viajar de pueblo en pueblo y no disponían de recursos para que les dejaran pasar la noche en casa de algún vecino del pueblo, lo que hacían era contar historias de su lugar de origen a cambio de poder pasar la noche resguardados del frío.
Sí es cierto que los cuentos folclóricos no son cuentos infantiles, pero en antaño los pequeños las escuchaban de boca de abuelos, padres o tíos sin ningún problema. Estaban acostumbrados a escuchar violaciones día sí y día también, a diferencia, afortunadamente, de lo que hoy ocurre (quizás demasiada sobreprotección).
Otro objetivo de los textos folclóricos era alimentar el deseo de ficción del ser humano. Éstos, además, reflejan los deseos de las personas (encontrar el amor, recuperar la salud, conseguir dinero o poder...), así como sus temores. Respecto a que estos textos reflejan los temores de las personas, lo podemos comprobar con las falsas muertes que se dan en la mayoría de las historias: el o la protagonista medio - muere y la única forma de despertar es mediante un beso.
Los cuentos no son machistas ni feministas, pero sí que es verdad que en ellos las que mandan son las mujeres. Y es que, estos reflejan los deseos del pueblo y durante siglos las mujeres han deseado tener algo de poder.
Es importante destacar que en la mayoría de los cuentos folclóricos (90%) se da un viaje iniciático por parte del protagonista. Estos son una serie de pruebas en las que se tiene que demostrar que se vale para algo para así entrar en la vida adulta, son por así decirlo, rituales de iniciación.
Estos viajes iniciáticos muestran lo bueno que tienen los personajes, así como, ayudan a los lectores a mejorar su calidad humana. Veámoslo con el siguiente ejemplo:
En el cuento de Blancanieves y los 7 enanitos se da un viaje iniciático. Blancanieves es una niña completamente desconocida hasta que el espejo de su madrastra le dice a esta que la niña es la más guapa del mundo. Es justo en este momento del espejo, cuando Blancanieves comienza su viaje iniciático de niña (niña confiada, arropada y protegida) a mujer (mujer que se tiene que casar, que tiene responsabilidades...).
Probablemente, si a Blancanieves no le hubiera pasado lo que le pasó con su madrastra y con el espejo que tuvo que huir de su palacio, hubiera sido una mujer mandona y consentida, acostumbrada a no dar un palo al agua. De esta forma, sabe lo que es vivir, prácticamente, en la pobreza y convivir con gente completamente diferente a ella, para valorarla.
En todos los cuentos folclóricos siempre hay un personaje que ayuda al protagonista a salir de un apuro: duendes, hadas, espíritus, antepasados, saltamontes... Lo que hacen las hadas madrinas es ayudar al niño o niña ante un problema de verdad, ¿y cuándo surgen estos problemas? En la adolescencia, cuando sales del núcleo familiar y te das cuenta de cómo es la vida: ni parecida a como te la pintan cuando eres pequeño.
Esto nos enseña que en la vida, muchas veces recibiremos ayuda de quien menos nos lo esperamos, así como, que tenemos que ser humildes y aceptar las ayudas que nos hagan. Y es que esta es otra característica de los cuentos folclóricos, que encierran muchas enseñanzas, que no moralejas. Yo pensaba que ambos términos definían lo mismo, pero ahora sé que no:
Enseñanzas ≠ Moralejas
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Varios datos - aprendizajes que el receptor - lector obtiene por su cuenta a través del cuento
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Una enseñanza escrita que aparece al final del cuento. Está plasmada en el papel e inventada por el autor |
Pero no sólo presentan enseñanzas para los niños, también lo hacen para los padres. Un caso perfecto para explicarme es el cuento de La Bella durmiente, pero no la historia que os acabo de contar, la más antigua, no, sino la que todos conocemos, la de las hadas madrinas y la rueca. Este cuento enseña a las niñas a esperar a un buen chico que las quiera y luchen por ella, y que no se conformen con el primero que se les presente. Aunque la realidad de los padres de la época era otra: los padres decidían con quién se casaban sus hijas, pero es que los textos folclóricos reflejan los deseos de la sociedad, en este caso, las mujeres. Y lo que este cuento enseña a los padres es que por mucho que intenten evitar que sus hijos caigan en cosas malas, cosas que no quieren para sus hijos, ahí están. En este caso, la rueca representa a las drogas, al sexo incontrolado... Lo que hacen los padres es intentar a toda costa evitar que su hija se pinche con la rueca (haga cosas de adolescentes: sexo, drogas, alcohol...), pero esto es en vano, ya que no hablar de los peligros no significa que no estén allí.
Las historias de los cuentos folclóricos son muy simples, provienen de gente sencilla, de pueblo. Son tan sencillos que se entienden muy bien en infantil. Por este motivo, se aplican en el aula. En casa también se hacía hasta que llegó la televisión. Por lo tanto, se aplican en el aula de infantil porque es un recurso fácil para entretener a los niños, y además, lo entienden.
Como ya he dicho, no podemos confundir los cuentos folclóricos con los cuentos infantiles, pero además, tampoco podemos confundir estos dos con los cuentos clásicos y los cuentos populares. A simple vista puede parecer una tarea muy difícil, pero con la siguiente tabla veremos que no es así:
Cuentos folclóricos
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Cuentos populares |
Cuentos clásicos |
Cuentos infantiles |
Textos literarios que se caracterizan por transmitirse de forma oral hasta que alguien los plasma en papel.
Éstos tienen como autor al pueblo, existen diferentes versiones y además, encierran enseñanzas, que no moralejas. |
Cuento muy conocido. El cuento más conocido a escala mundial es: Caperucita Roja.
Popular es un cuento que se hace famoso, pero que no cumple las características de los folclóricos.
Los cuentos populares pueden ser folclóricos o no, y además, no todos los populares son folclóricos.
Novelas (que no cuentos folclóricos) populares breves escritas por alguien: Peter Pan, Alicia en el país de las maravillas, Pinocho y el libro de la selva (por ejemplo) |
Cuento de toda la vida, que lleva mucho tiempo siendo popular.
Todos los cuentos folclóricos son clásicos, pero no todos los clásicos son folclóricos o de tradición cultural.
Los cuentos que hoy son populares, algún día serán clásicos, pero nunca folclóricos.
Hay cuentos clásicos que son populares y que además son folclóricos, como por ejemplo, Caperucita Roja.
Los cuentos clásicos pueden ser folclóricos o de autor.
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No es correcto, de ninguna forma, decir que los cuentos folclóricos son infantiles, ya que no es así. Lo que sí que es correcto es decir que los cuentos folclóricos son familiares. |
De esta forma y poniendo como ejemplo el cuento de Caperucita Roja decir que este es un cuento folclórico, ya que su autor es el pueblo y se ha transmitido de forma oral de generación en generación hasta que alguien lo plasmó en papel. Al ser folclórico es clásico, es un cuento de toda la vida que lleva mucho tiempo siendo popular. Este cuento también es un cuento popular, de hecho, es el cuento más conocido a escala mundial y es un cuento familiar.
Yo podría acabar esta asignatura y decidir escribir un cuento infantil (no descarto la idea, pero aún me queda mucho por recorrer). Imaginando que este es estupendo, podría llegar a ser muy popular, que se hiciera muy famoso y que perdurara en los tiempos. Llegaría un momento en el que después de ser tanto tiempo famoso y popular, fuera un clásico. Este cuento mío imaginario sería, por lo tanto, infantil, popular y clásico, pero nunca sería folclórico, entre otras cosas porque tiene un autor, autora en este caso, específico.
Los cuentos folclóricos han pasado de ser un recurso de entretenimiento para las familias y de contarse en un entorno cercano, a estudiarse. El primero en hacerlo fue el ruso Vladimir Propp. Éste, a finales del siglo XIX - principios del XX, se empieza a interesar por los cuentos folclóricos rusos de siempre.
Su tesis fue de los cuentos folclóricos rusos, de lo que la gente le contaba. Recogió cuentos, cuaderno en mano, que la gente recordaba. Descartó los textos de autor, sólo le interesaban los folclóricos. Realizó la primera clasificación de los cuentos tradicionales rusos, que aún se conserva:
- Mitos: cuentan hazañas de héroes y dioses.
- De animales: todos los personajes son animales. También incluía en este grupo las fábulas: cuento muy específico que por encima de su carácter de entretenimiento, está su carácter moralizador. Por eso, siempre incluyen una moraleja.
- De fórmula: especie de cajón de sastre donde se incluyen muchos tipos de cuentos:
- Cuentos mínimos: son ideales para bebés. Algunos van acompañados de canciones, gestos...
EL TÍO PARAMPAMPULES
Este es el cuento del tío Parampampules, que tenía los ojos azules y el culo del revés. ¿Te lo cuento otra vez?
- Sí
No se dice que sí. Este es el cuento del tío Parampampules, que tenía los ojos azules y el culo del revés. ¿Te lo cuento otra vez?
- No
No se dice que no. Este es el cuento del tío Parampampules, que tenía los ojos azules y el culo del revés. ¿Te lo cuento otra vez?
(Se repite hasta que ya los niños te pegan) |
EL CUENTO DE PEPA Y REPITA
Pepa y Repita se fueron a la playa. Pepa se fue al agua, ¿quién quedó?
- Repita
Pepa y Repita se fueron a la playa. Pepa se fue al agua, ¿quién quedó?
- Repita
(Nuevamente, se repite hasta que los niños se cansan y te pegan) |
- En los que siempre se repiten las mismas palabras:
Lunes, martes, miércoles, 3, jueves, viernes, sábado, 6. |
- Cuentos acumulativos: que se usan mucho en el primer ciclo de infantil. Tienen un argumento muy sencillo y el cuerpo del cuento se compone al ir añadiendo personajes. Son ideales para hacer pictocuentos.
LA RATITA PRESUMIDA
Que van llegando y llegando animales a su puerta para casarse con ella. Se pueden ir añadiendo animales hasta que los niños se cansen. |
LA CHIVITA DEL CHIVITAR
Sal de ahí chivita, chivita. Sal de ahí, de ese lugar.
Vamos a buscar al perro
para que saque a la chiva.
El perro no quiere la chiva,
la chiva no quiere salir de ahí.
Sal de ahí chivita, chivita.
Sal de ahí, de ese lugar.
Vamos a buscar el palo
para que le pegue al perro.
...
(Se van añadiendo personajes o personas para solucionar el fallo anterior: perro, palo, fuego, agua, cubo, hombre, abeja...) |
- De hadas: Fueron los únicos que Propp analizó. (“MORFOLOGÍA DE LOS CUENTOS DE HADAS”). Incluyó en este grupo a aquellos cuentos con personajes mágicos que ayudan a alguien o que se oponen a ellos, lo cual tienen un sentido positivo: hacen madurar a la víctima.
Después de Propp, otros muchos hicieron otras clasificaciones de los cuentos folclóricos. Destacan Gianni Rodari con su clasificación pedagógica y Sara C. Bryant con su clasificación funcional.
Retomando las aportaciones de Vladimir Propp en el campo de la literatura infantil, decir que este, además de descubrir que en todos los cuentos folclóricos se daba un viaje iniciático, descubrió que en todos los cuentos de hadas o cuentos maravillosos se repetía el mismo esquema:
- Alguien que no ha tenido una vida fácil que finalmente consigue lo que quiere y que nunca ha tenido.
- O alguien que ha tenido una vida con facilidades que lo pierde todo y lo tiene que recuperar con esfuerzo.
Se da, por tanto, una lucha, una búsqueda, que refleja la maduración del protagonista. Independientemente de que en los cuentos aparezcan personajes ficticios o no, todas las historias folclóricas son realistas, pues reflejan los deseos de las personas: (como en la canción) salud, dinero y amor.
Propp también fue el que descubrió que todos los cuentos folclóricos de hadas tienen una estructura muy similar que dividió en funciones. Definió estas funciones como “funciones que desempeñan cada una de las acciones que se van sucediendo en la historia, dentro del argumento principal” y estableció 31 diferentes. No aparecen las 31 funciones en todos los cuentos, pero son las únicas 31 funciones que pueden aparecer en los cuentos de hadas. Las funciones hacen girar la historia, y algunas de ellas son:
- Aparición del donante. Aparece en cuentos como Blancanieves, siendo la madrastra disfrazada de bruja la que le dona a la protagonista una manzana envenenada.
- Huida. En Blancanieves también se da esta función, pues la protagonista huye de su palacio, de su madrastra y de sus hermanastras para refugiarse en el bosque.
En los cuentos maravillosos también se dan motivos, que es lo que se repite a lo largo de la historia. Podemos definirlos como: “Situaciones que se repiten de un cuento a otro, y que marcan las acciones de los personajes”.
Los motivos principales son:
- Viajes y búsqueda
- Fuga y persecución
- Tesoros ocultos: física o psicológicamente
- El reino de los muertos o el reino de las hadas
- El sol y la noche como realidad e irrealidad
- La búsqueda del amor
- El hermano más pequeño
- La muerte y la resurrección
- El huérfano maltratado
En el cuento folclórico, clásico y popular de Hansel y Gretel se da el motivo del huérfano maltratado. Este motivo puede ser físico o psicológico, tanto por lo de físico como por lo de psicológico. En este cuento, se da este motivo de forma psicológica: Hansel y Gretel son huérfanos psicológicos (tienen padres) y que por ser abandonados sufren el maltrato psicológico (la bruja no les pega físicamente).
Recordemos que los textos de tradición cultural son textos adaptativos por lo que yo podría emplear uno en mi aula y adaptarlo a las características de mis alumnos. Podría cambiar el motivo de fuga (el por qué de la fuga) del cuento de Hansel y Gretel y decir que se pierden por el bosque en vez de que son sus padres los que les echan de casa o que es la madrastra la que los hecha, que es lo que les ocurrió a los hermanos Grimm (tuvieron que cambiar este motivo de fuga por ser demasiado duro). Lo que no podría hacer, ya que si no, no sería esa historia, es cambiar la acción y decir que Hansel y Gretel en ningún momento se fueron de casa.
Sólo se conoce una historia que contiene todos los motivos. Es una historia medio mito medio cuento, que lo recogió en papel (“El asno de oro”) un hombre latino, Apuleyo: “La fábula de Cupido y Psiqué”. (*Ver publicación: La fábula de Cupido y Psiqué. Octubre).
Esta fábula es un cuento folclórico que coge prestado el nombre de fábula porque es así como antiguamente se los llamaba, no porque lo sea. En él se pueden distinguir dos partes:
- En la primera parte del cuento, nos enseña, entre otras cosas, la dificultad de compaginar o combinar la razón (representada por Psiqué) y el amor y la pasión (representada por Cupido)
- La segunda parte de la fábula de Cupido y Psiqué nos enseña que cuando encuentras el amor verdadero, es posible combinar la razón y la pasión, y que cuando se consigue equilibrar ambos elementos se consigue el Placer y la Delicia (sus hijos)
Otro elemento que tenemos que tener en cuenta son los personajes de los cuentos. Éstos pueden ser buenos o malos, aunque suelen ser los buenos los que ayudan al protagonista, también pueden ser los malos los que ayudan al protagonista a superar su viaje iniciático. Esto los niños no lo pueden entender, para ellos los buenos son buenos y hacen cosas buenas, y los malos son malos y hacen cosas malas.
Vale, ¿y quiénes son los personajes buenos? En este grupo podríamos situar a los héroes y heroínas y a las hadas. (*Ver publicación: El origen de las hadas. Diciembre). ¿Y los malos? Pues podrían ser los gigantes y los ogros, que se diferencian en que los primeros no comen personas y los segundos sí. Otra pregunta que nos podríamos hacer en este momento es: ¿y a los duendes dónde los situamos? Pues en el medio de los dos grupos anteriores, junto a las brujas y los magos, que algunas veces actúan como buenos y otras como malos.
Ha llegado el momento de hablar de los préstamos que aparecen en los cuentos folclóricos de otros cuentos de este tipo. Un ejemplo para entendernos mejor: lo de meter al malo del cuento piedras en el estómago para librarse de él es original de “los 7 cabritillos”, pero se toma prestado en el lobo de “Caperucita roja” y es que, no olvidemos que los cuentos folclóricos son cuentos de transmisión cultural que alguien contaba y como este se sabía tantas historias, las acababa mezclando, como es normal.
Este bloque también me ha enseñado cómo reconocer una adaptación buena frente a una mala. Es muy importante saber, tanto por si quiero adaptar un cuento folclórico a mi grupo de niños de infantil como por si lo que quiero comprar, saber que las buenas versiones son aquellas que mantienen los motivos principales de la historia, así como, las acciones que se dan y las relaciones entre los personajes.
Por ejemplo, sería una buena versión latinoamericana de Caperucita Roja que en vez de ser el coprotagonista un lobo, lo fuera un chacal. En Latinoamérica no hay lobos, pero sí chacales y mientras estos actúen igual que los lobos, puede valer.
A parte de fijarnos en esto, es importante, a la hora de comprar un cuento, que aparezca en la portada del mismo el nombre de quien ha recogido la historia y que luego lo ha versionado. Se necesita un responsable.
Tendemos a comprar cuentos infantilizados pensando que así los niños lo pueden entender mejor. Pues bien, ahora sé que la mayoría de los cuentos folclóricos que han sido infantilizados han perdido su versión más antigua. Por este motivo, es mejor que compremos un cuento que no sea para niños, nos lo leamos y luego se lo contemos a los receptores ya adaptado.
Es también muy importante acudir a una librería especializada en literatura infantil para comprar cuentos, y si estos han sido versionados por recopiladores tan conocidos como Hofmman, Perrault o los hermanos Grimm, nos aseguramos una buena compra.
A continuación hablaré brevemente de cómo han llegado los cuentos folclóricos a nuestros días, a través de los recopiladores más conocidos.
En un principio, los cuentos folclóricos no interesaban a la clase de recursos, sólo a la humilde. Sin embargo, el rey de Francia (siglo XVII) era un apasionado de estos. Tanto lo era que contaba con un contador particular de historias, contaba con Charles Perrault (Francia. 1628 - 1703)
A Perrault le amamantó una nodriza del pueblo, como era normal en aquella época. Muchas mujeres de la corte, al ir ceñidas en esos vestidos, cuando daban a luz no les subía la leche. Por este motivo, las mujeres del pueblo, que no tenían recursos para ir enfundadas en esos vestidos, amamantaban a los hijos de las mujeres de la corte. Pues bien, esta nodriza de Perrault, mientras le amamantaba, le contaba historias. Perrault, después de conocer tantas historias que le contaba su nodriza, así como, por todos los cuentos celtas que él conocía, decidió plasmar todas estas historias en “Los cuentos de mamá oca”, y eran todos cuentos folclóricos.
Todos los cuentos que Perrault recoge en su obra los adapta con la intención de destacar sus aspectos morales, ya que eran (antes de adaptarlas) demasiado brutas. Por ejemplo, en la versión que recoge Perrault de Caperucita Roja, el lobo devora a la niña, siendo devorar sinónimo de sexo. Su obra iba dirigida a las cortesanas, llamémoslas, ligeras de ropa. Incluso les incluía una moraleja escrita por él mismo con carácter / intención moralizador.
Tanto empezó a interesarse el pueblo por los cuentos folclóricos que hasta las mujeres los recogían. Madame Genlis recogió los cuentos que ella misma y otra mujer contaban a los hijos de la corte.
El siglo XIX es conocido por ser el siglo del Romanticismo. Las historias / obras que interesan en la sociedad son aquellas en las que se busca y encuentra el amor. También se caracterizan por tener mucho empuje los nacionalismos.
Los hermanos Grimm eran nacionalistas alemanes. Eran filólogos que querían salvar la lengua romana, por lo que se dedicaban a escribir diccionarios. Su editora les propuso plasmar en papel las historias folclóricas alemanas. Mantienen las historias que el pueblo les decía, pero dándoles un estilo literario. Las historias que recopilan son muy brutas y al echárseles el pueblo encima, se ven obligados a suavizarlas. Esto les costó, ya que su intención era conservar la historia real. En la tercera edición, ya se ven las correcciones, pero siguen respetando todos los elementos importantes de la historia.
En la segunda mitad del siglo XIX, el Renacimiento en Dinamarca ya se había apagado. Se pasa al Realismo, donde destaca Charles Dicken en literatura juvenil.
Otro personaje danés, importante en estas fechas, fue Andersen, al que le encantaba escribir historias tristes, como buen realista que era. Éste también es muy conocido como recopilador de historias folclóricas, al igual que los anteriores. (Dinamarca. 1805 - 1875).
Todos los recopiladores de cuentos dan un toque personal a sus adaptaciones o versiones. Éstas muestran cómo eran como personas.
Pero en España también ha habido recopiladores de cuentos folclóricos. Algunos de ellos son: el jesuita Padre Coloma, que utilizaba los cuentos folclóricos para educar a sus alumnos, por lo que adaptaba los cuentos, les añadía mensajes moralizadores cristianos y sustituía los personajes profanos por otros religiosos (hadas à ángeles, personajes malos à demonio); Cecilia Bölh de Faber, que fue la primera mujer en hacer una recopilación de cuentos folclóricos que ella creía que eran españoles. Los firmaba bajo el pseudónimo de Fernán Caballero, es decir, bajo un nombre masculino, ya que estamos hablando de unos tiempos en los que la sociedad era machista. Su recopilación de cuentos es para público juvenil; y entre otros, Saturnino Calleja, al que le debemos que nuestros abuelos y padres pudieran disfrutar de la literatura, pues fue el primero en sacar ediciones de cuentos en formato muy pequeño, de mala calidad del papel, etc. pero que permitió abrir el mercado literario a mucha más gente. De ahí el dicho de tienes más cuento que Calleja.
Para ir finalizando con mi reflexión, tengo que aunque son más y más conocidos los textos folclóricos en prosa, también los podemos encontrar en verso y en teatro. Entre la poesía tradicional podríamos destacar los numerosos villancicos y retahílas del tipo: “Una, dola, trela, cuatrola, quina, quinete, estaba la reina en su gabinete...”. Y entre el teatro tradicional destacar los belenes vivientes que aún hoy se hacen en colegios o en obras teatrales, pero sobre todo, el teatro folclórico de Títeres y cachiporras, en el que siempre se sigue el mismo patrón: el personaje bueno pierde o le quitan los personajes malos algo. Lo recupera gracias a la participación del público. Aún se hacen, y un ejemplo de este participativo espectáculo es lo que se hace en el Retiro.
- Chicos, avisarme si veis por aquí al malo con mi sombrero.
- ¡¡Ahí, ahí!! Detrás de ti
- ¿Dónde? No le veo
(Este es el modelo de teatro folclórico español).
Por último decir que mi valoración sobre este bloque es muy positiva. Me llevo mucho de él, como maestra y como persona. Me ha despertado mi interés por los cuentos. Me ha hecho darme cuenta de que los cuentos no son sólo para niños, que nos pueden enganchar a todos. Ahora tengo una actitud positiva a buscar cuentos infantiles, es decir de 0 a 90 años, tengo la necesidad de conocer cuentos, de aprender a contarlos, de compartirlos con pequeños y mayores... Ha sido estupendo poder acabar las clases de literatura infantil con un cuento folclórico, me dejaban con muy buen sabor de boca y con ganas que llegara la siguiente clase.