lunes, 6 de diciembre de 2010

Reflexión del Bloque I: La literatura en el currículo

En este primer bloque, la literatura en el currículo, trabajamos los conceptos básicos de la asignatura. Empezamos a trabajar dicho bloque en grupos pequeños utilizando nuestros conocimientos previos, para luego en clase hacer una puesta en común en la que cada grupo de trabajo tenía que dar la definición que había otorgado a cada término, y que así la profesora nos la corrigiera.

Ésta ha sido una tarea muy provechosa, y no sólo para practicar el trabajo en grupo ni entender qué vamos a ver y qué vamos a aprender en la asignatura, sino también para mi futuro como maestra.

A este primer bloque, y por supuesto a la profesora, le debo el saber diferenciar por su intencionalidad artística, es decir, por querer crear arte, y no por querer llegar al público, la literatura y la subliteratura o best seller. La primera se caracteriza por tener esta intencionalidad y por su ficción, lo cual no significa que no pueda ser real, mientras que la segunda tiene como intención gustar al público y que su autor o autora se haga conocido. Mientras que en la literatura el motivo principal del autor para escribir una obra es crear arte, siendo lo secundario que llegue al público, en la subliteratura el autor escribe el libro u obra por y para llegar al público, para que le guste.

Por ejemplo, después del fenómeno de la colección de libros de Crepúsculo, de Stephenie Meyer, muchos otros autores están escribiendo muchas historias de vampiros y licántropos porque saben que son aceptados y muy bien acogidos por los lectores, esperan llegar al público tanto como la saga Crepúsculo.

Si hablamos de literatura y subliteratura, también podemos hablar de paraliteratura. Pertenecen a la paraliteratura textos muy afines a la literatura pero que tienen por intención remover conciencias, dar alguna información, etc.

Esto no significa que la subliteratura o la paraliteratura estén por debajo de la literatura, ni que sus lectores sean mejores o peores, al igual que no podemos decir que tengan mejor o peor gusto aquellas personas que prefieren el oro, la plata o la bisutería, simplemente, son géneros y gustos diferentes.

En este primer bloque de la asignatura también estuvimos hablando de qué son los textos folclóricos o de tradición cultural y los de autor, así como, en qué se diferencia uno del otro. Esto fue una introducción, ya que de esto hablaremos más en bloques siguientes de la asignatura, pero me permitió dejarme bien claro que no los podemos confundir porque tienen unas características muy diferentes. La principal de los folclóricos es que no tienen autor, ni conocido ni anónimo, ya que el autor es el propio pueblo. Al tener como autor al propio pueblo y al pasar de boca en boca para así llegar a las generaciones siguientes, hace que se den muchas versiones de una misma historia. Y la principal característica de los textos de autor es que sí que tienen autor, aunque este sea anónimo como el de “El lazarillo de Tormes”, y que por lo tanto sólo existe una versión de la obra.

Saber esto me ha permitido, además de darme cuenta de lo interesante y provechoso que puede ser emplear literatura infantil en un aula, saber cómo puedo emplear en mi aula cada texto dependiendo de cómo sea este. Mientras que los textos folclóricos o de tradición cultural son textos adaptativos, es decir, los podemos adaptar a nuestra aula y a nuestro grupo de niños respetando la historia que en él se da, pero cambiando los motivos, ya que al fin y al cabo sería una versión más de las tantas que ya tiene; los de autor son selectivos. Son selectivos porque cuentan con un autor específico que tiene como intención comunicar algo concreto, lo que nos obliga a respetar su historia e intención.

Este primer bloque también me ha enseñado, y es lo que más quiero destacar porque es lo que más me ha gustado por su utilidad, a diferenciar entre lo que es un cuentacuentos, una lectura o una narración con libro. Estos términos, a excepción de la narración con libro que ni siquiera conocía, los confundía, pero no era algo que me preocupaba ya que yo pensaba que eran conceptos sinónimos que querían dar a entender lo mismo. Ahora sé que estaba equivocada, nuevamente he tenido que modificar mis conocimientos previos. Éstas tres son técnicas muy diferentes que ahora sé utilizar según el momento, según la historia y según el grupo de destinatarios al que va dirigida.

En el cuentacuentos no hay libros ni cuentos. El contador se lee la obra que quiere transmitir y la cuenta al público con sus propias palabras pudiéndola adaptar. Por lo tanto, no se es fiel a la forma del texto. Yo emplearía esta técnica si lo que quiero es transmitir un texto o historia folclórica (textos adaptativos).

En la lectura, a diferencia de los cuentacuentos, sí hay libros y cuentos. El lector realiza en público una transmisión exacta o literal de la obra, respetando en todo momento la forma de la obra, sin hacer ninguna adaptación al público. Yo emplearía esta técnica para transmitir al público una historia de autor interesante en sí y no por sus ilustraciones, es decir, con obras que no interesan por sus ilustraciones o que sus ilustraciones sí merecen la pena ver pero es más interesante conocer la historia. De todas formas, creo que no abusaría de ella porque creo que hay otras técnicas que pueden gustar más a los pequeños.

Y en la narración con libro, al igual que en la lectura, sí hay libros o cuentos pero se utilizan de diferente forma. En la narración con libro, el contador cuenta la historia con sus palabras, pudiéndola adaptar al público si lo ve necesario, mientras les enseña el cuento. Esta técnica yo la emplearía con niños y niñas muy pequeños porque creo que así captaría su intención y con obras de autor con ilustraciones dignas de enseñar. Creo que es ahora el momento de agradecer a las editoriales que publiquen cuentos infantiles en formato grande o muy grande y que nos evitan el tener que solucionar conflictos del tipo: “A ver, a ver”, “Yo no veo, profe”, ”Ahora yo tampoco”. Hay cuentos con ilustraciones maravillosas que dado su pequeñísimo formato no permiten enseñarlas.

Por último decir que me ha parecido muy interesante este bloque por todos los términos que he conocido, aprendido y mencionado, como por los que en esta reflexión no he mencionado pero sí he aprendido: qué es un cuento y qué un libro, y en qué se diferencian, así como, qué es una biblioteca de aula y qué un rincón de lectura y en qué se diferencian.

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