martes, 1 de febrero de 2011

Leer sin saber leer

En el artículo que lleva por título “Leer sin saber leer”, su autora, Irene Vasco nos recuerda las funciones que tenemos los Maestros de Educación Infantil. Algunas de estas son: educar ciudadanos autónomos, con criterios para tomar decisiones por sí solos, fomentar el entusiasmo y las ganas por aprender y con comportamientos sociales solidarios, etc. Y para lograr esto, es necesario preocuparnos de la formación de lectores, ya que son de sobra conocidos los beneficios de la lectura.

Para tratar de formar pequeños lectores, no se nos puede olvidar nunca que lo tenemos que hacer de una manera afectiva, con mucho cariño y dulzura. No podemos darle un cuento a cada niño el viernes para que se lo lea durante el fin de semana, y pretender que, así sin más, les apasione la lectura.

Estoy completamente de acuerdo con el poeta africano citado en el artículo y con Irene Vasco dicen: sólo lo que se ama, se cuida y conserva. Si como maestras, acostumbramos a los más pequeños a tener en el momento de la lectura un momento de dulzura, de calidez, de compañía, lo van a recordar siempre con un buenísimo sabor de boca. Ese ambiente de libros y afecto quedará guardado en su memoria, y como cada vez que vuelva a abrir un libro recordará esa sensación que tenía cuando era pequeño, le va a encantar toda su vida la lectura.

Si por el contrario repartimos cuentos a diestro y siniestro sin tener en cuenta ni siquiera los intereses de los pequeños, pueden utilizar los libros, cuando sean adultos, para poco más que arreglar la silla que está coja. Y ya ni qué decir cuando les obligamos... perderán el entusiasmo, y lo que es peor: odiarán la lectura.

Si ese ambiente de calidez y afecto también se da en casa, con la familia, mejor que mejor. El niño guardará aún mejor recuerdo de la lectura, y por lo tanto, más hábito lector adquirirá.

No podemos olvidar que los maestros de Educación Infantil, somos ingenieros del Ser Humano, que junto a los padres somos los encargados de depositar en los niños unos valores que les serán útiles para toda la vida. Somos los que pondremos los cimientos en esas personitas para su día de mañana, lo cual es mucha responsabilidad: no apto para los que se toman la educación a risa.

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