Antes de nada, quiero decir que en la publicación anterior está el artículo de Consuelo Armijo, El “Nonsense”, un arma contra las mentes cuadradas, que a continuación analizaré, porque me ha parecido un artículo fascinante. Lo quiero tener en mi blog para que no se me traspapele o lo pueda perder de alguna otra forma. Desde el primer renglón del mismo, me tiene enganchada.
El género literario conocido por nonsense (literalmente significa “sin sentido”), cultivado por Lewis Carroll, es en lo que se basa la autora de este artículo.
Bajo el pseudónimo de Lewis Carroll, es conocido en la historia de la literatura Charles Lutwidge Dodgson (1832 - 1898). Diácono anglicano, lógico - matemático, fotógrafo y escritor británico, conocido, sobre todo, por su obra Alicia en el país de las maravillas.
Este artículo invita a la reflexión sobre aquello que sabemos que sucede porque lo hemos visto o porque alguien que sabe nos lo ha contado, pero que la mayoría nunca nos hemos preguntado el porqué sucede eso. Que una montaña eche fuego o que surja un manantial es algo que aceptamos sin más, pero no nos paramos a pensar porqué pasa eso.
Sin embargo, nos alarmamos cuando un niño pinta un cielo rosa o un sol verde. Si no hubiera habido nadie que se hubiera opuesto a la idea, ya aceptada por todos, de que la tierra era plana, hoy no sabríamos que es redonda. Lo mismo hubiera ocurrido si nadie hubiera pasados horas y horas mirando al horizonte, viendo la puesta de sol. Hoy pensaríamos que el sol va y bien según le apetece.
Si al mismísimo Newton no se le hubiera caído una manzana en la cabeza, no sabríamos que es eso de la gravedad: las cosas se caen hacia abajo porque sí, y punto.
Todo lo que sabemos ahora, se lo debemos a personas que dedicaron mucho tiempo de su vida a pensar el porqué de las cosas.
Sabemos que el sol siempre está ahí, y que es la Tierra el planeta que se mueve, y no al revés como nuestros antepasados han estado pensando. Sabemos que es así porque en el colegio e instituto nos lo han dicho, pero... como bien lo dice la autora del texto, nosotros no nos movemos pero sí que vemos que el sol viene y se va.
No sabemos si lo que se nos dice en la escuela y en la televisión es verdad, simplemente nos lo creemos, pero puede ser que no sea así la realidad, que dentro de años se descubra que lo que ahora nos parece normal por una razón específica, se investigue y cambie.
Estoy de acuerdo con Consuelo Armijo, los niños son capaces de nadar en el océano de lo imposible. Debe de ser que esta imaginación característica de los niños la vamos perdiendo según nos hacemos mayores, ¡pues qué aburrimiento el hacerse mayor!.
¿Quién nos dice que dentro de muchos años (por adaptación al medio como Chari Melero dice) los delfines no hablen? Me imagino que hace miles de años era inimaginable que un ser vivo como otro cualquiera pudiera hablar. “¡Los perros no hablan, los perros ladran!”, pues a saber cómo hablaban nuestros antepasados... ¡Tenemos que ver más allá de nuestras narices!
Muchos maestros corrigen a sus alumnos por pintar el cielo rosa. Aunque, bueno, el cielo no es siempre azul, también puede ser rojo o rosa cuando pierde fuerza, y por las noches es negro. Tengo una vecina que tiene tres años, y hace poco me la traje a casa para estar un rato con ella, estuvimos jugando, merendando y demás. Le propuse que hiciéramos una ranita móvil, y la niña aceptó con mucho entusiasmo. La niña sólo utilizaba el color verde para pintarla, hasta que yo cogí el color naranja para pintarle una pata. Bueno, bueno, se le quedó una cara de: ¡qué haces, las ranas son verdes! espectacular. Al final la niña se animó y dejó una rana de lo más creativa, ¡la rana de Cristina era multicolor! ¿Y qué pasa? ¿Qué sólo hay ranas verdes? ¡Pues no! Además, los niños deciden cómo colorear, que para eso son sus creaciones.
Conozco otro caso, el del hijo de mi jefa. Estas navidades propusieron en su cole hacer un belén viviente por cada clase, para que luego se decidiera cuál era la clase ganadora. Finalmente la clase que ganó fue la de Dani, que así es como se llama este niño. Su maestra les propuso cómo querían hacerlo, y fueron los niños los que decidieron hacer un belén viviente pero de lo más original: estaba la virgen María, San José, el niño Jesús, los angelillos, los pastorcillos... ¡pero todos eran astronautas!. Yo quiero ser una maestra así...
Poco vamos a adelantar si no nos preguntamos por el porqué de las cosas, que es la idea principal que se extrae de este singular artículo. Acaba con una reflexión, que viene a decir que deberíamos acostumbrar a las nuevas generaciones al nonsense: pues puede ser a ellos a los que se les ocurran nuevos inventos o nuevas explicaciones, impensables por el momento, a lo que en la actualidad pasa porque sí, y punto.
Yo quiero acabar mi reflexión diciendo que este artículo explica el porqué me fascinan tanto los niños. ¡Yo de mayor también quiero ser como ellos!
Perfecto.
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