viernes, 7 de enero de 2011

Adivinanza

Quiero compartir con vosotr@s en esta publicación, un material escolar que realicé para la asignatura de Literatura Infantil. Se trata de una adivinanza un poco enredada, y ahora veréis  por qué digo esto.

Es una adivinanza elaborada por mí para un público infantil, aunque a los mayores también les hace gracia. Mi objetivo con esta adivinanza es pasar un rato divertido jugando con los niños, crear conflicto y luego ver sus caras de descolocación. Lo cierto es que original es un rato...

Está elaborada con folios de diferentes colores, recortados en forma de osito de peluche, plastificados y unidos con una anilla de llavero.

Consta de portada, cinco pistas y solución. Mi adivinanza es esta:


            ¿Qué soy?
            1ª pista: Tengo cuatro patas
            2ª pista: Tengo cabeza y también pies
            3ª pista: Mi cuerpo es muy blandito
            4ª pista: Por las noches, te encanta estar conmigo
            5ª pista: Lo siento, no soy un osito
            Entonces, ¿qué soy?

La cama
           

Veámoslo en imágenes:


(Portada)


(1ª pista)


(2ª pista)


(3ª pista)


(4ª pista)


(5ª pista)


(Pregunta)


(Solución)

Lo de haber elegido un osito como silueta es, básicamente, para confundir. Es obvio, aunque con la imaginación de los niños no lo es tanto, que si te preguntan “¿Qué soy?” y enseñas un dibujo de un oso de peluche, te respondan que “un osito”. Pero tras saber que no es un oso, si no, una cama, te das cuenta que no es un disparate confundir un osito de peluche con una cama. Sea un disparate o no lo sea, me consta que con esta adivinanza consigo uno de los objetivos que me propuse con su elaboración: pasar un rato divertido con los más pequeños.

Estas navidades he tenido la oportunidad de llevarlo a la práctica con un grupo de 14 niños y niñas de 4 añitos, y lo cierto es que ha sido una experiencia muy buena, veréis:

Estando los 14 niños y yo sentados en corro, empezamos a hablar de qué son las adivinanzas. Hubo niños que se atrevieron a contar las adivinanzas que se sabían. Salieron a relucir típicas adivinanzas como:


Verde por fuera,
Blanca por dentro,
Si quieres que te lo diga
Es - PERA.


O

Oro parece,
PLATA - NO es,
El que no lo sepa,
Tonto es.



También hubo niños, incluso, que se las inventaban. Vamos, que pasamos un rato muy divertido. Estando ya los niños iniciados en eso de las adivinanzas, me dispuse a contarles y enseñarles la mía.

Lo primero que hice, fue sacar este librito para que vieran la portada y después comenzamos: yo les pregunté que qué se podía esconder detrás de este cuento, a lo que la mayoría me contestaron que “¡Un oso!”. Yo les pregunté que si estaban seguros de que fuera un oso, digamos que les creé la duda, por lo que algunos niños se mantenían firmes en su decisión, pero otros cambiaron rápidamente de opinión. Unos me decían: “¡Un osito!”, otros: “¡No, es una osita!”. Me dijeron, incluso, que si era un gato, un elefante... y Javi (diga lo que diga, siempre consigue sorprenderme) me llegó a decir que ¡era una dragón!

Estaban muy motivados, por lo que empecé a darles las pistas. Entre pista y pista esperaba unos segundos para que los niños pensaran qué se podía esconder detrás de esta adivinanza. Pero lo mejor de todo, llegó cuando les di la 5ª pista:

“Lo siento, no soy un osito”

Hubo caras de sorpresa, de incertidumbre, incluso, caras de enfado, pero sobre todo, había caras de ilusión, de mucha ilusión por saber qué era eso que no era un oso.

Entonces, les volví a preguntar que qué podía ser. Algunos de los niños, aún sabiendo que una de las pistas decía que no era un osito y siendo tajantes con su primera idea, me respondieron que un osito. Otros me dijeron que si un gato, que si un elefante... y como no, Javi me volvió a decir que un dragón. Estaba convencido...

Hubo una niña que me dejó alucinada, me dijo: “Es mamá”. Claro, yo le pregunté que por qué podía ser mamá, a lo que me respondió (qué razón tenía): “¡porque por las noches me encanta estar con ella!”.

Finalmente, llegamos a la última página, ¡la página en la que dice que es una cama!. Ahora sí que había caras de sorpresa, también hubo risas y caras de desconcierto.

Volví a contarles y enseñarles la adivinanza, pero esta vez, les dije que no hicieran caso a la silueta del osito que veían, y lo cierto es que funcionó. Los niños se dieron cuenta que las pistas estaban describiendo una cama. Les encantó, tanto les gustó que me pidieron que se las contara otra vez.

Al estar plastificado, se puede tocar, tirar de él, chupar, incluso, doblar, pues no se rompe.

Estas son anécdotas que me hacen tener aún más ganas, si cabe, de dedicarme toda mi vida a los más pequeños. ¡Ya no me queda nada!

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